¿Qué significa Génesis 41:5?
El faraón, el gobernante de Egipto, acaba de experimentar un sueño inquietante (Génesis 41:1–4). En su visión, vio siete vacas delgadas y demacradas que se comían siete vacas gordas y de aspecto saludable. Después de despertarse, se volvió a dormir y entró en otro sueño. En este, vio siete espigas de grano exuberantes y saludables que crecían de un solo tallo. Al igual que en el sueño anterior, el sueño comienza con una imagen reconfortante, que pronto se convertirá en horror (Génesis 41:6–7). El faraón comenzó a buscar una explicación para estos sueños, una que lo llevará hasta José (Génesis 40:23) y sus dones interpretativos.Este pasaje también usa la palabra raíz hebrea sibbō'lēt, que describe algo que "fluye" o "se ramifica". Esta palabra se usaba para describir la parte de una planta que produce frutos, por lo que aquí se traduce al español como "espiga". Este término se pronunciaba de manera muy diferente dependiendo de los acentos de cada región, tanto que se usaba casi como una contraseña (Jueces 12:6).
Génesis 41:1–8 describe inquietantes sueños proféticos que el rey de Egipto tuvo, cuyo título es "Faraón". Ambos sueños involucran un grupo de siete imágenes de aspecto agradable, primero vacas, luego espigas, que son consumidas por un segundo grupo de siete, que no tienen un aspecto tan bueno. La naturaleza de estos sueños deja claro que tenían un significado, pero ninguno de los adivinos o eruditos egipcios pudo entenderlos. Esto provocará que el copero, el mismo que estuvo en la cárcel, le mencionara al faraón que José podía interpretar sueños (Génesis 40:23).
En Génesis 41, José comienza siendo un esclavo hebreo olvidado en prisión y termina siendo el segundo hombre más poderoso de Egipto. El copero del capítulo anterior finalmente menciona a José dos años más tarde, cuando el faraón estaba preocupado por unos sueños que tuvo que los "sabios" de Egipto no pudieron interpretarle. José le reveló el significado de los sueños al faraón: siete años de abundancia serían seguidos por siete años de una gran hambruna. El faraón, reconociendo que el Espíritu de Dios estaba con José, lo convirtió en el segundo al mando de toda la nación y le encargó el trabajo de preparar al país para afrontar la hambruna.