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Génesis capitulo 37

La Biblia de las Américas

Nueva Biblia de las Américas

Nueva Versión Internacional

Reina-Valera 1960

12Después fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem. 13Y dijo Israel a José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquem: ven, y te enviaré a ellos. Y él respondió: Heme aquí. 14E Israel le dijo: Ve ahora, mira cómo están tus hermanos y cómo están las ovejas, y tráeme la respuesta. Y lo envió del valle de Hebrón, y llegó a Siquem. 15Y lo halló un hombre, andando él errante por el campo, y le preguntó aquel hombre, diciendo: ¿Qué buscas? 16José respondió: Busco a mis hermanos; te ruego que me muestres dónde están apacentando. 17Aquel hombre respondió: Ya se han ido de aquí; y yo les oí decir: Vamos a Dotán. Entonces José fue tras de sus hermanos, y los halló en Dotán. 18Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos, conspiraron contra él para matarle. 19Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. 20Ahora pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños. 21Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos, y dijo: No lo matemos. 22Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre. 23Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí; 24y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua.
Biblia del Jubileo

1Y habitó Jacob en la tierra donde peregrinó su padre, en la tierra de Canaán. 2Estas fueron las generaciones de Jacob. José, siendo de edad de diecisiete años apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha, y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala fama de ellos. 3Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque le había tenido en su vejez; y le hizo una ropa de diversos colores. 4Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no le podían hablar pacíficamente. 5Y soñó José un sueño y lo contó a sus hermanos; y ellos vinieron a aborrecerle más todavía. 6Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado: 7He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba, y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor, y se inclinaban al mío. 8Le respondieron sus hermanos: ¿Has de reinar sobre nosotros, o te has de enseñorear sobre nosotros? Y le aborrecieron aún más a causa de sus sueños y de sus palabras. 9Y soñó aún otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. 10Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es éste que soñaste? ¿Hemos de venir yo y tu madre, y tus hermanos, a inclinarnos a ti a tierra? 11Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre miraba el asunto. 12Y fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem. 13Y dijo Israel a José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquem; ven, y te enviaré a ellos. Y él respondió: Heme aquí. 14Y él le dijo: Ve la paz de tus hermanos y la paz de las ovejas, y tráeme la respuesta. Y lo envió del valle de Hebrón, y llegó a Siquem. 15Y lo halló un hombre, andando él perdido por el campo, y le preguntó aquel hombre, diciendo: ¿Qué buscas? 16Y él respondió: Busco a mis hermanos; te ruego que me muestres dónde pastan. 17Y aquel hombre respondió: Ya se han ido de aquí; yo les oí decir: Vamos a Dotán. Entonces José fue tras de sus hermanos, y los halló en Dotán. 18Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos, pensaron contra él para matarle. 19Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador; 20ahora pues, venid, y matémoslo y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia le devoró; y veremos qué serán sus sueños. 21Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos y dijo: No lo matemos. 22Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre. 23Y sucedió que, cuando llegó José a sus hermanos, ellos hicieron desnudar a José su ropa, la ropa de colores que tenía sobre sí; 24y le tomaron, y le echaron en la cisterna; mas la cisterna estaba vacía, no había en ella agua. 25Y se sentaron a comer pan; y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas y bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a Egipto. 26Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho el que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte? 27Venid, y vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; que nuestro hermano es nuestra carne. Y sus hermanos acordaron con él. 28Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto. 29Y Rubén volvió a la cisterna, y no halló a José dentro, y rasgó sus vestidos. 30Y tornó a sus hermanos y dijo: El joven no parece; y yo, ¿adónde iré yo? 31Entonces tomaron ellos la ropa de José, y degollaron un cabrito de las cabras, y tiñieron la ropa con la sangre; 32y enviaron la ropa de colores y la trajeron a su padre, y dijeron: Esta hemos hallado, reconoce ahora si es o no la ropa de tu hijo. 33Y él la conoció, y dijo: La ropa de mi hijo es; alguna mala bestia le devoró; José ha sido despedazado. 34Entonces Jacob rasgó sus vestidos, y puso saco sobre sus lomos, y se enlutó por su hijo muchos días. 35Y se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él no quiso tomar consolación, y dijo: Porque yo tengo de descender a mi hijo enlutado hasta la sepultura. Y lo lloró su padre. 36Y los madianitas lo vendieron en Egipto a Potifar, oficial del Faraón, capitán de los de la guardia.

¿Qué significa Génesis capitulo 37?

A partir de este capítulo, Génesis se centra en la historia de José, el hijo de Jacob. La familia de José, quien solo tenía 17 años en ese momento, amaba y odiaba a José al mismo tiempo. José fue el hijo que Jacob tuvo cuando ya era mayor, y era el primogénito de Raquel, su amada esposa difunta. Jacob favorecía claramente a su hijo José. Por eso, no nos resulta raro saber que sus hermanos lo odiaban. Jacob le dio una túnica multicolor a José, y esta túnica podía haberles indicado de alguna manera que el plan de Jacob era hacer que José recibiera la mayor parte de la herencia. José tampoco es que lo disimulara, ya que José le contaba a su padre las cosas que sus hermanos hacían. José también compartió los poderosos sueños proféticos que había tenido, los cuales sugerían que todos ellos algún día se inclinarían ante él (Génesis 37:1–11).

Después de eso, la furia y los celos de los hermanos mayores de José llegó hasta el punto en el que se descontrolaron, y comenzaron a querer matarlo. Aparentemente inconsciente de lo mal que estaban las cosas, Jacob les ofreció esa oportunidad en bandeja. Los diez estaban apacentando los rebaños de la familia cerca de Siquén, al norte de la casa de la familia, quienes vivían en Hebrón. Esta es el mismo lugar donde los hijos de Jacob demostraron que si llegara el punto en el que fueran necesario, ellos no tendrían ningún pudor al usar la violencia para conseguir lo que quisieran (Génesis 34:26–27). Jacob le pidió a José que fuera a ver qué es lo que estaban haciendo sus hermanos con los rebaños (Génesis 37:12–14).

José obedeció, y al final se encontró a sus hermanos cerca de Dotán, la cual se sitúa mucho más hacia el norte. Cuando vieron venir a José, los hermanos inmediatamente tramaron un plan para matarlo directamente. Esta era la oportunidad que habían estado esperando. Su plan fue matarlo, arrojar su cadáver a un pozo cercano e informar a su padre de que José había sido asesinado por un animal salvaje. El mayor, sin embargo, se opuso a todo esto. Rubén insistió en que arrojaran a José vivo al pozo, lo cual implicaba que dejarían a José morirse solo en el desierto. Sin embargo, el plan secreto de Rubén era regresar y rescatar a José más tarde y llevárselo de vuelta sano y salvo a Jacob. Habiéndose deshonrado a sí mismo (Génesis 35:22), es posible que Rubén viera esto como una oportunidad para redimirse (Génesis 37:15–22).

Los hermanos aceptaron el plan de Rubén. Entonces, le quitaron a José su túnica multicolor y metieron en la fosa. Cuando se sentaron a comer juntos, mientras Rubén no estaba allí, vieron una caravana de comerciantes que viajaba de camino a Egipto. Entonces, Judá les sugirió un nuevo plan. ¿Por qué no nos ganamos algo de dinero y nos deshacemos de José al mismo tiempo? Si lo vendían como esclavo en lugar de matarlo o permitir que se muriera, también podían decir que eran inocentes y que no lo habían matado. El resto de los hermanos estuvieron de acuerdo y vendieron a José como esclavo (Génesis 37:23–28).

Cuando Rubén regresó y vio que la fosa estaba vacía, se le rompió el corazón. Gran parte de este dolor quizás surgió desde su egoísmo. Su madre, Lea, esperaba que, al dar a luz a un hijo, Jacob la amaría; ese hijo fue el mismo Rubén (Génesis 29:31–32). Su plan fracasó, y el plan de Rubén de rescatar a José también lo hizo (Génesis 37:29–30).

Los hermanos, entonces, comenzaron a planear la manera en que le contarían todo esto a su padre. Para ello, mataron a una cabra y untaron su sangre en la túnica de José. Una vez estuvieron con su padre Jacob y, con mucha crueldad, le pidieron que confirmara si la túnica le pertenecía a José. Jacob llegó a la conclusión exacta a la que ellos querían que llegara: que un animal salvaje se había comido a José (Génesis 37:31–33).

Los hermanos se habrían esperado que Jacob estuviera intensamente afligido por la pérdida de su hijo favorito. Aun así, la reacción de Jacob parece que los pilló por sorpresa. El duelo por la muerte de un hijo duraba normalmente un mes. Sin embargo, Jacob se negó a dejar de afligirse y lamentarse, o incluso a recibir consuelo incluso después de que llegara el momento de dejar de hacerlo cultural y socialmente. Esta exhibición de dolor fue tan emotiva que Judá, el autor intelectual de la trama, ofrecerá su propia libertad para salvar la vida de otro de sus hermanos (Génesis 44:18, 30–34). Por el momento, no había nada más que hacer, y Jacob se había quedado completamente desolado (Génesis 37:34–35).

Mientras tanto, José llegó a Egipto, y se convirtió en un esclavo de un oficial que se llamaba Potifar (Génesis 37:36).

El capítulo 38 nos relatará algunos de los desagradables eventos que le sucedieron a la familia de Jacob mientras José no estaba con ellos. El capítulo 39 resumirá la historia de José, quien en esos momentos era un esclavo.
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