¿Qué significa Génesis 41:3?
El rey de Egipto, conocido por el título de "faraón", tuvo un sueño (Génesis 41:1–2). Mientras estaba de pie junto al río Nilo, ha visto cómo siete vacas sanas salían del agua y comenzaban a comerse la hierba que se situaba a lo largo de la orilla. Las vacas eran un símbolo de ciertas deidades egipcias, como Osiris e Isis. Su apariencia saludable habría sido muy reconfortante.Más tarde, el faraón vio siete vacas más, pero estas parecían estar hambrientas. Las dos frases hebreas que se utilizan aquí pueden interpretarse literalmente como "de aspecto terrible" y "delgadas de carne". Estos animales demacrados se colocaron junto a las siete vacas de aspecto más saludable. Estas vacas esqueléticas se acabarían comiendo a las vacas sanas (Génesis 41:4).
El faraón probablemente llegó a la conclusión que este sueño tenía un mayor significado. De hecho, dio la casualidad de que tuvo inmediatamente otro sueño, con un simbolismo similar, que lo convenció de que había que descifrar su significado (Génesis 41:5–8).
Génesis 41:1–8 describe inquietantes sueños proféticos que el rey de Egipto tuvo, cuyo título es "Faraón". Ambos sueños involucran un grupo de siete imágenes de aspecto agradable, primero vacas, luego espigas, que son consumidas por un segundo grupo de siete, que no tienen un aspecto tan bueno. La naturaleza de estos sueños deja claro que tenían un significado, pero ninguno de los adivinos o eruditos egipcios pudo entenderlos. Esto provocará que el copero, el mismo que estuvo en la cárcel, le mencionara al faraón que José podía interpretar sueños (Génesis 40:23).
En Génesis 41, José comienza siendo un esclavo hebreo olvidado en prisión y termina siendo el segundo hombre más poderoso de Egipto. El copero del capítulo anterior finalmente menciona a José dos años más tarde, cuando el faraón estaba preocupado por unos sueños que tuvo que los "sabios" de Egipto no pudieron interpretarle. José le reveló el significado de los sueños al faraón: siete años de abundancia serían seguidos por siete años de una gran hambruna. El faraón, reconociendo que el Espíritu de Dios estaba con José, lo convirtió en el segundo al mando de toda la nación y le encargó el trabajo de preparar al país para afrontar la hambruna.