Capítulo

Génesis capitulo 27

La Biblia de las Américas

Nueva Biblia de las Américas

Nueva Versión Internacional

Reina-Valera 1960

Biblia del Jubileo

1Y aconteció que cuando Isaac envejeció, y sus ojos se oscurecieron de vista, llamó a Esaú, su hijo el mayor, y le dijo: Mi hijo. Y él respondió: Heme aquí. 2Y él dijo: He aquí ya soy viejo, no sé el día de mi muerte. 3Toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo, y cógeme caza; 4y hazme guisados, como yo amo, y tráemelo, y comeré; para que te bendiga mi alma antes que muera. 5Y Rebeca oyó, cuando hablaba Isaac a Esaú su hijo; y se fue Esaú al campo para coger la caza que había de traer. 6Entonces Rebeca habló a Jacob su hijo, diciendo: He aquí yo he oído a tu padre que hablaba con Esaú tu hermano, diciendo: 7Tráeme caza, y hazme guisados, para que coma, y te bendiga delante del SEÑOR, antes que muera. 8Ahora pues, hijo mío, escucha mi voz en lo que te mando: 9Ve ahora al ganado, y tómame de allí dos cabritos buenas de las cabras, y yo haré de ellos guisados para tu padre, como él ama; 10y tú los llevarás a tu padre, y comerá, para que te bendiga antes de su muerte. 11Y Jacob dijo a Rebeca su madre: He aquí Esaú mi hermano es hombre velloso, y yo hombre sin pelos; 12por ventura me tentará mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición. 13Y su madre respondió: Hijo mío, sobre mí sea tu maldición; solamente obedece mi voz, y ve, y tómalos. 14Entonces él fue, y los tomó, y los trajo a su madre; y su madre hizo guisados, como su padre los amaba. 15Y tomó Rebeca los vestidos de Esaú su hijo mayor, los preciosos, que ella tenía en casa, y vistió a Jacob, su hijo menor: 16Y le hizo vestir sobre sus manos y sobre la cerviz donde no tenía pelos, las pieles de los cabritos de las cabras; 17y dio los guisados y pan que había aderezado, en mano de Jacob su hijo. 18Y él fue a su padre, y dijo: Padre mío; y él respondió: Heme aquí, ¿quién eres, hijo mío? 19Y Jacob dijo a su padre: Yo soy Esaú tu primogénito; he hecho como me dijiste; levántate ahora, y come de mi caza, para que me bendiga tu alma. 20Entonces Isaac dijo a su hijo: ¿Qué es esto, que tan presto hallaste hijo mío? Y él respondió: Porque el SEÑOR tu Dios hizo que se encontrase delante de mí. 21E Isaac dijo a Jacob: Acércate ahora, y te palparé, hijo mío, si eres mi hijo Esaú o no. 22Y se acercó Jacob a su padre Isaac; y él le palpó, y dijo: La voz es la voz de Jacob, mas las manos son las manos de Esaú. 23Y no le conoció, porque sus manos eran vellosas como las manos de Esaú; y le bendijo. 24Y dijo: ¿Eres tú mi hijo Esaú? Y él respondió: Yo soy. 25Y dijo: Acércamela, y comeré de la caza de mi hijo, para que te bendiga mi alma; y él se la acercó, y comió; le trajo también vino, y bebió. 26Y le dijo Isaac su padre: Acércate ahora, y bésame, hijo mío. 27Y él se llegó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, y dijo: Mira, el olor de mi hijo, como el olor del campo que el SEÑOR ha bendecido. 28Dios, pues, te dé del rocío del cielo, y de las grosuras de la tierra, y abundancia de trigo y de mosto. 29Sírvante pueblos, y naciones se inclinen a ti: Sé señor de tus hermanos, e inclínense a ti los hijos de tu madre; malditos los que te maldijeren, y benditos los que te bendijeren. 30Y aconteció, luego que hubo Isaac acabado de bendecir a Jacob, y apenas había salido Jacob de delante de Isaac su padre, que Esaú su hermano vino de su caza. 31E hizo él también guisados, y trajo a su padre, y le dijo: Levántese mi padre, y coma de la caza de su hijo, para que me bendiga tu alma. 32Entonces Isaac su padre le dijo: ¿Quién eres tú? Y él dijo: Yo soy tu hijo, tu primogénito, Esaú. 33Entonces se estremeció Isaac con grande estremecimiento, y dijo: ¿Quién es el que vino aquí, que tomó caza, y me trajo, y comí de todo antes que vinieses? Yo le bendije, y será bendito. 34Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, clamó con una muy grande y muy amarga exclamación, y le dijo a su padre: Bendíceme también a mí, padre mío. 35Y él dijo: Vino tu hermano con engaño, y tomó tu bendición. 36Y él respondió: Bien llamaron su nombre Jacob, que ya me ha engañado dos veces; me tomó mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición. Y dijo: ¿No has guardado bendición para mí? 37Isaac respondió y dijo a Esaú: He aquí yo le he puesto por señor tuyo, y le he dado por siervos a todos sus hermanos; de trigo y de vino le he fortelecido, ¿qué, pues, te haré a ti ahora, hijo mío? 38Y Esaú respondió a su padre: ¿No tienes más que una sola bendición, padre mío? Bendíceme también a mí, padre mío. Y alzó Esaú su voz, y lloró. 39Entonces Isaac su padre habló y le dijo: He aquí será tu habitación en grosuras de la tierra, y del rocío de los cielos de arriba; 40y por tu espada vivirás, y a tu hermano servirás; mas habrá tiempo cuando te enseñorees, y descargues su yugo de tu cerviz.

¿Qué significa Génesis capitulo 27?

Para el final de Génesis 27, Isaac le habrá entregado la bendición familiar a Jacob, su segundo hijo. Esto debería parecernos algo bastante inusual, ya que Esaú era técnicamente el mayor y era el que tenía el derecho a recibir esta herencia. Sin embargo, al comienzo del capítulo, Isaac no tenía la intención de hacerlo. En cambio, Isaac se propuso a pasarle la bendición a Esaú, el primogénito de los dos gemelos. Isaac estaba muy viejo y era ciego, y por eso creía que estaba llegando al final de su vida. Por lo tanto, había llegado el momento de bendecir a Esaú (Génesis 27:1–4).

Cuando llegó el día, Isaac le dijo a Esaú que saliera al campo a cazar animales y le preparara una comida deliciosa. Cuando Esaú regresara, Isaac se comería la comida y le daría la bendición a Esaú. Esaú aceptó, lo cual pareció estar muy lejos de la actitud que había tenido anteriormente: le había hecho un juramento a Jacob, en un momento de imprudencia, y le había vendido su primogenitura (Génesis 25:29–34).

Rebeca, la esposa de Isaac, escuchó el intercambio entre Isaac y Esaú (Génesis 27:5). Ella amaba a Jacob más que a Esaú (Génesis 25:28) y quería que él recibiera esta bendición tan importante. Incluso antes de que nacieran los gemelos, Rebeca recibió una profecía del Señor que profetizaba que un día el menor reinaría sobre el mayor (Génesis 25:23). Rebeca decidió intervenir para ayudar a que esa profecía se cumpliera. Tal y como en el caso de Abrahán, Sara y Agar, trataron de "ayudar" a que los planes de Dios se cumplieran, pero finalmente generaron más problemas de los que deberían haber surgido (Génesis 16:1–5; 21:9–12).

Rebeca obligó a Jacob a participar en un plan para engañar a Isaac para que le diera la bendición, y le dijo que pretendiera ser Esaú. Ella prepararía la comida que Isaac esperaba recibir de Esaú, y le vestiría a Jacob con la ropa de Esaú para que oliera como su hermano. Después, Rebeca le cubriría sus suaves manos, los brazos y el cuello con piel de cabra para que, al tocarlo, Abrahán pensara que era Esaú. De este modo, se puede ver que este fue un acto de engaño elaborado y deliberado.

Jacob, entonces, le hizo una pregunta a su madre: ¿Qué pasaría si su padre se diera cuenta y lo maldijera en lugar de darle la bendición? Vale la pena señalar que la preocupación de Jacob en este momento no tenía nada que ver con la moralidad del acto en sí; más bien, su preocupación era solo sobre lo que sucedería si lo atraparan mintiendo. Rebeca le aseguró a Jacob que la maldición caería sobre ella si eso sucediera. Ella le ordenó obedecerla y hacer lo que ella le dijo que tenía que hacer. Al final, Jacob aceptó hacerlo (Génesis 27:6–13).

Cuando Jacob se acercó a su padre ciego con la comida, por un momento pareció que el plan estaba condenado al fracaso. Isaac sabía que era demasiado pronto para que Esaú hubiera regresado, y la voz de esta persona que decía ser Esaú sonaba muy similar a la Jacob. Jacob se vio obligado a mentirle directamente a Isaac insistiendo en que él era Esaú. Esta declaración —el hecho de engañarle a Isaac sobre su propia identidad— es algo que Dios usará en contra de Jacob más adelante en su vida (Génesis 29:21–26; 32:24–28). Isaac finalmente se convenció de que Esaú estaba allí con él, principalmente debido a las manos peludas (y disfrazadas) de Jacob y el olor de campo que emanaba desde su ropa (Génesis 27:14–25).

Debido a que Isaac era el hijo de Abrahán y receptor de las promesas de Dios, la oración de bendición de Isaac tenía todo el peso de la certeza. Isaac sabía que Dios iba a cumplir con las promesas que formaban parte de esta bendición. Isaac oró para que recibiera riquezas de alimentos provenientes de la tierra y para que la persona que estaba en frente suyo se convirtiera en el señor de sus hermanos y de otras naciones. Finalmente, Isaac transmitió la promesa de que todos los que bendijeran o maldijeran a esta persona recibieran lo mismo a cambio (Génesis 27:26–29).

Momentos después de que Jacob se fuera después de haber recibido estas bendiciones de Isaac, Esaú regresó con su propia comida. Conmocionado y temblando de ira, Isaac se dio cuenta de que había sido engañado por Jacob. Aún así, dijo que la bendición se mantendría. Jacob sería el hijo por el que pasarían las bendiciones de Dios (Génesis 27:30–35).

Esaú se angustió enormemente y recordó la vez que Jacob lo "había estafado" para quedarse con su primogenitura a cambio de un plato de guiso, y entonces se burló del significado del nombre de Jacob. Ya'aqob significa literalmente "agarrador de talones" o "usurpador". Este nombre también puede significar "mentiroso" o "tramposo". De hecho, este es un momento un tanto irónico, ya que el juramento de Esaú de venderle la primogenitura a Jacob significaba que Jacob sería quien recibiría la bendición en primer lugar. Esaú le rogó a su padre que le diera algún tipo de bendición (Génesis 27:36–38).

Sin embargo, la bendición que le dio se parecía más a una maldición. Esaú y su descendencia estarían continuamente viajando, iban a vivir lejos de la humedad y las riquezas de la tierra. También iban a tener que luchar continuamente y en algún momento en el futuro serían capaces de liberarse del gobierno de su hermano (Génesis 27:39–40). El triste final de esta lucha familiar, la cual se experimentará a través de las naciones de Israel y Edom, se resume en el libro de Abdías.

Esaú, con el corazón roto y amargado, se puso muy furioso y se comprometió a asesinar a Jacob después de que Isaac muriera. Rebeca se enteró de su plan y animó a Jacob a obedecerla una vez más: Rebeca le pidió a Jacob que huyera y se fuera a vivir con su hermano Labán en Mesopotamia. Luego también animó a Isaac a que enviara a Jacob a buscar una esposa entre su propia gente (Génesis 27:41–46). Por lo que sabemos de las Escrituras, Rebeca nunca volvería a ver a Jacob, lo cual fue un castigo a la altura del engaño que ella misma había planeado (Génesis 35:27; 49:31).
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