Capítulo

Mateo capitulo 22

La Biblia de las Américas

1Tomando Jesús la palabra, les habló otra vez en parábolas, diciendo: 2 El reino de los cielos puede compararse a un rey que hizo un banquete de bodas para su hijo. 3Y envió a sus siervos a llamar a los que habían sido invitados a las bodas, pero no quisieron venir. 4De nuevo envió otros siervos, diciendo: Decid a los que han sido invitados: “Ved, ya he preparado mi banquete; he matado mis novillos y animales cebados, y todo está aparejado; venid a las bodas.” 5Pero ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a sus negocios, 6y los demás, echando mano a los siervos, los maltrataron y los mataron. 7Entonces el rey se enfureció, y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos asesinos e incendió su ciudad. 8Luego dijo a sus siervos: “La boda está preparada, pero los que fueron invitados no eran dignos. 9“Id, por tanto, a las salidas de los caminos, e invitad a las bodas a cuantos encontréis.” 10Y aquellos siervos salieron por los caminos, y reunieron a todos los que encontraron, tanto malos como buenos; y el salón de bodas se llenó de comensales. 11Pero cuando el rey entró a ver a los comensales, vio allí a uno que no estaba vestido con traje de boda, 12y le dijo: “Amigo, ¿cómo entraste aquí sin traje de boda?” Y él enmudeció. 13Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Atadle las manos y los pies, y echadlo a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.” 14Porque muchos son llamados, pero pocos son escogidos.
Nueva Biblia de las Américas

Nueva Versión Internacional

Reina-Valera 1960

Biblia del Jubileo

¿Qué significa Mateo capitulo 22?

Jesús continúa hablando en el templo con algunos de los líderes religiosos de Israel (Mateo 21:23) en este capítulo. Jesús comienza compartiendo una tercera parábola que hablaba de ellos y los criticaba sin rodeos. Después de eso, Jesús comenzó a lidiar con facilidad con las preguntas que comenzaron a hacerle, las cuales tenían el objetivo de hacerlo tropezar. Finalmente, Jesús les hizo una pregunta difícil a ellos.

La tercera parábola de Jesús fue más allá de simplemente exponer a los líderes religiosos, y comenzó a revelar detalles sobre la gracia que Dios le ofrece a todo el mundo. Jesús comparó el reino de los cielos con un rey que organizó un banquete de bodas para su hijo. Sin embargo, ninguno de los ciudadanos a los que invitó se dignó a asistir, hasta el punto de que incluso llegaron a matar a los mensajeros del rey. Después de destruir a esos asesinos, el rey invitó a todos los que pudo encontrar en la vía pública y al final la sala se llenó de gente. Sin embargo, el rey expulsó a un invitado que no se había vestido de traje para la ocasión. Este pasaje hace un paralelismo con otra parábola en la que describió la celebración de un gran banquete (Lucas 14:12–24), aunque en esta se pueden discernir algunas distinciones importantes. Cristo no solo habló sobre el hecho de que Israel había rechazado al Mesías, sino que también habló sobre la salvación, la cual se alcanza únicamente a través de la gracia (Mateo 22:1–14).

Después de escuchar tres parábolas en las que dijo claramente que los fariseos eran enemigos de Dios, los fariseos estaban listos para matarlo. Para ello, tramaron un plan para obligar a Jesús a decir algo que provocara su arresto por rebelión en contra del imperio romano. Algunos de los discípulos de los fariseos, junto con los herodianos, comenzaron halagando a Jesús y luego le preguntaron si era necesario pagarle los impuestos al César, es decir, al imperio romano, de acuerdo con la ley del Antiguo Testamento. Jesús sabía exactamente lo que estaban tratando de hacer y los llamó hipócritas. Entonces, Jesús sostuvo un denario romano y les preguntó de quién era la imagen que aparecía en la moneda. Jesús le dijo al pueblo que le diera al César lo que era del César y a Dios lo que era de Dios. Ese comentario estableció la idea de que nosotros, como portadores de la imagen de Dios (Génesis 1:27), debemos someternos a la voluntad de Dios por completo (Mateo 22:15–22).

A continuación, unos saduceos se acercaron a Jesús. Los saduceos eran una secta política, aristocrática y menos espiritual. Los saduceos no creían en los ángeles, ni tampoco creían que existiera un mundo espiritual o una vida después de la muerte. Además, rechazaron la idea de que el pueblo de Dios resucitaría de entre los muertos y viviría eternamente. Para mostrar la razón por la que esa idea era tan absurda para ellos, se imaginaron una situación en la que una mujer se terminó casando con siete hermanos de la misma familia. Todos ellos acabaron muriendo y la mujer pasó a casarse con el siguiente de la lista hasta que ya no quedó ninguno. Al final, ella también murió (Mateo 22:23–27).

Los saduceos le preguntaron a Jesús con quién estaría casada esa mujer durante la resurrección. Jesús los reprendió por haber malinterpretado las Escrituras y haber subestimado el poder de Dios. Jesús corrigió su pregunta y les dijo que el matrimonio no existe en el cielo. Esta respuesta también estableció el hecho de que tanto los ángeles como el más allá son reales. Luego, Jesús les preguntó por qué Dios afirmaría ser el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob si él era el Dios de los vivos y no de los muertos. Usando su propia táctica y sus propias Escrituras, Jesús demostró que los saduceos habían cometido un error colosal en su manera de estudiar y entender las Escrituras. De nuevo, la multitud se quedó muy impresionada por las enseñanzas de Jesús (Mateo 22:28–33).

A continuación, uno de los fariseos se le acercó a Jesús. Este hombre era un "abogado", lo que significa que era un experto tanto del Antiguo Testamento como de sus interpretaciones tradicionales. Este hombre puso a prueba a Jesús haciéndole una simple pregunta que se estaba debatiendo entre los líderes religiosos de esa época: ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley? Jesús le respondió directamente: amar a Dios con todo lo que tenemos es el primer mandamiento. El segundo es amar a nuestro prójimo como nos amamos a nosotros mismos. Todo lo que pensamos, creemos o hacemos en nombre de Dios se debe basar en estas dos ideas fundamentales (Mateo 22:34–40).

Finalmente, Jesús les hizo una pregunta desafiante a los fariseos: ¿quién es el Padre de Cristo? Ellos respondieron correctamente que el Cristo, el Mesías, sería el hijo de David. Jesús les preguntó que cómo podía ser eso, ya que David llamó a Cristo "mi Señor" en el Salmo 110:1. Lo que Jesús estaba dejando entrever era la naturaleza divina del Mesías. Finalmente, ninguno de ellos pudo responder, y Jesús volvió a silenciar a Sus oponentes (Mateo 22:41–46).

Después de esto, Jesús comenzó a criticar severamente a los fariseos, lo cual le causó algo de tristeza debido a que, sin lugar a duda, el pueblo de Israel había rechazado a Dios (Mateo 23).
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