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Verso

Mateo capitulo 19

La Biblia de las Américas

Nueva Biblia de las Américas

Nueva Versión Internacional

Reina-Valera 1960

Biblia del Jubileo

16Y he aquí, uno llegándose le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? 17Y él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno es bueno sino uno, es a saber, Dios; y si quieres entrar a la vida, guarda los mandamientos. 18Le dice: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. 19Honra al padre y a la madre. Y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 20Le dice el joven: Todo esto guardé desde mi juventud; ¿qué más me falta? 21Le dice Jesús: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. 22Y oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. 23Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que el rico difícilmente entrará en el Reino de los cielos. 24Pero os digo, que más liviano trabajo es pasar un cable por el ojo de una aguja, que el rico entrar en el Reino de Dios. 25Mas sus discípulos, oyendo estas cosas, se espantaron en gran manera, diciendo: ¿Quién pues podrá ser salvo? 26Mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible. 27Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué pues tendremos? 28Y Jesús les dijo: De cierto os digo, que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando se sentará el Hijo del hombre en el trono de su gloria, vosotros también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. 29Y cualquiera que dejare casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces tanto, y la vida eterna tendrá por heredad. 30Mas muchos primeros serán postreros, y postreros primeros.

¿Qué significa Mateo capitulo 19?

Mateo 19 comienza con Jesús dejando atrás Galilea por última vez mientras se dirigía de camino a Jerusalén. Sin embargo, después de entrar en la región de Judea, Jesús y los discípulos cruzaron el Jordán hacia el este, probablemente hacia la región judía de Perea. Grandes multitudes continuaron siguiéndolo, y Jesús continuó sanando a todos los que se acercaban a él.

Mientras estaban al este del Jordán, algunos fariseos se encontraron con Jesús y decidieron desafiarlo con una pregunta difícil y divisiva. Ellos querían que Jesús dijera algo que lo desacreditara en frente de todo el mundo; o bien que Jesús dijera algo con lo que pudieran acusarlo de herejía. Entonces, le preguntaron a Jesús si era lícito que un hombre se divorciara de su mujer por cualquier causa. Algunos fariseos decían que la infidelidad era la única causa por la que se permitía el divorcio; otros decían que un hombre podía divorciarse de su esposa prácticamente por cualquier motivo. Cristo citó el libro del Génesis y el plan que Dios tuvo para el matrimonio desde el principio. Dios hizo a los seres humanos hombre y mujer, y decretó que los hombres deberían dejar a sus padres, unirse a sus esposas y convertirse en una sola carne a través del matrimonio. Los hombres no deben separar lo que Dios ha unido, concluye Jesús (Mateo 19:1–6).

Entonces, los fariseos se refirieron a Deuteronomio 24, donde Moisés permitió que un hombre le diera a su esposa un certificado de divorcio por "indecencia". Jesús insistió en que Moisés permitió eso solo porque los corazones de las personas estaban llenos de orgullo, y que la intención de Dios para el matrimonio nunca fue que se permitiera el divorcio o que los matrimonios se separaran. Por eso, cualquiera que se divorcia de su mujer, excepto por inmoralidad sexual, comete adulterio tan pronto como se casa con otra mujer. Cuando los discípulos sugieren que sería mejor no casarse si este fuera el caso, Jesús les dijo que esto era cierto solo para aquellos a quienes se les daba la capacidad de no hacerlo. Jesús les aclaró que él se estaba refiriendo a los eunucos por nacimiento, a la castración y al hecho de vivir una vida de esas características. Al mismo tiempo, el celibato no es más santo que el matrimonio, y la decisión de evitar nuestra sexualidad no es una decisión que la mayoría de las personas puedan llegar a tomar por sí mismos (Mateo 19:7–12).

Después, Jesús reprendió a Sus discípulos después de que reprendieran a algunas personas por intentar llevarle niños a Jesús para que orara y pusiera Sus manos sobre ellos. Jesús volvió a mencionar la idea de que el reino de los cielos les pertenece a los que son como esos niños pequeños. Con esto, Jesús se refería al sentido de confianza y dependencia que normalmente muestran los niños. Por lo tanto, se requiere humildad y fidelidad para aceptar completamente nuestra relación con Dios. Los niños no creen en las cosas ciegamente, y tampoco son arrogantes (Mateo 19:13–15).

Un joven rico se acercó a Jesús, le dijo que era "bueno", y le preguntó qué debía hacer para alcanzar la vida eterna. Jesús insistió en que solo hay uno que es bueno, Dios, lo cual implicó el hecho de que, si Jesús era "bueno", entonces Jesús era Dios, lo cual a su vez implica que debemos obedecer todo lo que dijo Jesús. Cristo desafío a este hombre de una manera especial para que pudiera alcanzar la vida eterna. Jesús le dijo que obedeciera los Diez Mandamientos. El hombre le preguntó qué mandamientos y Jesús enumeró cinco de los Diez Mandamientos. El hombre dijo que los había obedecido y le preguntó qué más hacía falta para alcanzar la vida eterna (Mateo 19:16–20).

Jesús finalmente le dio al hombre lo que había venido a pedir: algo bueno que le asegurara la vida eterna en el reino de los cielos. Si el hombre quería ser "perfecto", dice Jesús, debía vender todo lo que poseía, dárselo a los pobres y seguir a Jesús. Jesús no estaba diciendo que todas las personas tienen que ser pobres para alcanzar la salvación. Más bien, este fue un desafío para esta persona en particular: una forma de demostrar que su corazón estaba sinceramente comprometido a seguir a Dios con todo lo que tenía. Este hombre era rico y eso causó que se fuera de allí lleno de tristeza. En lugar de estar feliz por tener una oportunidad de salvarse, se sintió totalmente abatido ante la idea de abandonar todas sus riquezas (Mateo 19:21–22).

Jesús les dijo a Sus discípulos que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja de coser que un rico entre en el reino de los cielos. La riqueza, tal y como ocurre con muchas de las otras ventajas de las que disponemos en el mundo, a veces hace que las personas piensen que son autosuficientes. El dinero puede insensibilizarnos sobre el hecho de que, en realidad, dependemos de Dios totalmente y en todo momento. Esta enseñanza contradijo la sabiduría convencional de la era de Jesús, la cual asumía que la riqueza era una señal de aprobación divina. Conmocionados por lo que acabaron de escuchar, los discípulos preguntaron entonces cómo podrían salvarse. Jesús les dijo que la salvación es imposible para los hombres, pero no para Dios (Mateo 19:23–26).

Pedro luego habló de la promesa que Jesús compartió con el joven acerca de que tendría un tesoro en el cielo. Pedro le preguntó a Jesús que compartiera más detalles sobre lo que los discípulos recibirían en el cielo, ya que ellos lo habían dejado todo en su vida anterior para seguirlo. Jesús dijo que los Doce ocuparán doce tronos cuando él tome Su propio trono en el nuevo mundo. Ellos juzgarán a las doce tribus de Israel. Además, todos los que lo dejan todo por él, recibirán cien veces más en el cielo, además de recibir la vida eterna. Jesús les recordó que el estado social de las personas en esta vida no tiene nada que ver con la salvación y el hecho de alcanzar la eternidad (Mateo 19:27–30).

Jesús continuará explicando esta idea con una parábola en el siguiente versículo (Mateo 20:1).
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