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Mateo capitulo 17

La Biblia de las Américas

Nueva Biblia de las Américas

Nueva Versión Internacional

Reina-Valera 1960

Biblia del Jubileo

¿Qué significa Mateo capitulo 17?

El capítulo anterior concluyó con una predicción: algunas de las personas que estaban con Jesús no morirían antes de verlo venir en Su reino. Eso es lo que sucedió seis días después cuando Jesús eligió a Pedro, Jacobo y Juan para subir una montaña alta con él. Una vez allí, vieron a Jesús transfigurado en Su gloria, Su rostro resplandeciente como el sol y Su ropa resplandeciendo blanca como la luz. No solo eso, sino que los tres discípulos también vieron a Moisés y a Elías, quienes habían abandonado la Tierra hacía ya mucho tiempo, de pie y hablando con Jesús (Mateo 17:1–3).

Pedro, siempre ansioso por actuar, sintió la necesidad de decir algo en respuesta a su asombro. Entonces, se ofreció para construir tres tiendas, una para cada uno de ellos. Mientras estaba diciéndoles eso, una voz del cielo lo interrumpió. Dios Padre llegó en una nube brillante y dijo que estaba complacido con Jesús, Su Hijo amado. Entonces, le ordenó a los discípulos que escucharan a Jesús. Los discípulos se postraron sobre sus rostros y estaban aterrorizados. Cuando volvieron a mirar hacia arriba, todo había vuelto a la normalidad. Jesús les ordenó que no le dijeran a nadie nada sobre esto hasta después de Su resurrección y luego respondió a una pregunta sobre Elías (Mateo 17:4–13).

Los tres regresaron a la base de la montaña y se encontraron a los nueve discípulos restantes junto a una multitud de personas. Un hombre se arrodilló ante Jesús y le pidió que tuviera misericordia de su hijo. El niño tenía convulsiones que estaban siendo provocadas por un demonio que lo hacía tirarse al fuego y al agua para lastimarlo. Este detalle hace que podamos descartar la opción de que esta condición se tratara simplemente de una epilepsia. El hombre le dijo a Jesús que los discípulos no habían podido sanar al niño (Mateo 17:14–16).

Jesús respondió con exasperación. Los mismos hombres a quienes antes había autorizado para realizar esos milagros (Mateo 10:5–8) parecían estar dudando de su misión. Jesús les preguntó cuánto tiempo tendría que aguantar a esa generación incrédula y retorcida. Jesús reprendió al demonio y el niño se curó. Cuando los discípulos le preguntaron por qué no pudieron expulsar al demonio, y Jesús respondió que no pudieron hacerlo debido a su poca fe. Incluso con una fe del tamaño de una semilla de mostaza podrían hacer cualquier cosa (Mateo 17:17–21).

Jesús les habló a los discípulos, una vez más, acerca de Su muerte, la cual estaba ya a punto de ocurrir (Mateo 16:21). Dentro de poco, Jesús iba a ser traicionado e iba a comparecer ante las personas que finalmente lo matarían (Mateo 17:22–23).

De vuelta en Cafarnaún, la ciudad natal adoptiva de Jesús (Mateo 4:13), los cobradores del impuesto anual del templo, dos dracmas y medio siclo, se acercaron a Pedro y le preguntaron "si" Jesús iba a pagar esa cantidad, ya que todo hombre judío de 20 años o más tenía que pagarla. Lo más probable es que en realidad no se lo preguntaran, sino que estuvieran allí directamente para cobrar el pago. Pedro dijo que sí, que Jesús iba a pagarlo (Mateo 17:24–25).

Antes de que Pedro pudiera decírselo a Jesús, Jesús le explicó que, debido a que él era el Hijo de Dios, estaba exento de pagar ese impuesto. Sin embargo, Jesús accedió a pagar el impuesto para no ofenderse por el tema. Entonces, Jesús le ordenó a Pedro que se fuera a pescar al Mar de Galilea, ya que Pedro se encontraría una moneda de shekel en la boca del primer pez que pescara, y debía usar esa moneda para pagar tanto su impuesto como el de Jesús (Mateo 17:26–27).
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