Capítulo

Mateo capitulo 27

La Biblia de las Américas

Nueva Biblia de las Américas

Nueva Versión Internacional

Reina-Valera 1960

Biblia del Jubileo

15Y en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, cual quisiesen. 16Y tenían entonces un preso famoso que se llamaba Barrabás. 17Y juntos ellos, les dijo Pilato: ¿Cuál queréis que os suelte? ¿A Barrabás o a Jesús que se dice Cristo? 18Porque sabía que por envidia le habían entregado. 19Y estando él sentado en el tribunal, su mujer envió a él, diciendo: No tengas que ver con aquel justo; porque hoy he padecido muchas cosas en sueños por causa de él. 20Mas los príncipes de los sacerdotes y los ancianos, persuadieron al pueblo que pidiese a Barrabás, y a Jesús matase. 21Y respondiendo el gobernador les dijo: ¿Cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: a Barrabás. 22Pilato les dijo: ¿Qué pues haré de Jesús que se dice el Cristo? Le dicen todos: Sea colgado en un madero. 23Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Mas ellos gritaban más, diciendo: Sea colgado en un madero. 24Y viendo Pilato que nada adelantaba, antes se hacía más alboroto, tomando agua se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; veréislo vosotros. 25Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos. 26Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser colgado en un madero. 27Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y juntaron a él toda la cuadrilla; 28y desnudándole, le echaron encima un manto de grana; 29y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le burlaban, diciendo: ¡Hallas gozo, rey de los Judíos! 30Y escupiendo en él, tomaban la caña, y le herían en su cabeza. 31Y después que le hubieron escarnecido, le desnudaron el manto, y le vistieron de sus vestidos, y le llevaron para colgarle en el madero.
32Y saliendo, hallaron a un cireneo, que se llamaba Simón; a éste cargaron para que llevase su madero. 33Y como llegaron al lugar que se llamaba Gólgota, que es dicho: El lugar de la calavera, 34le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; y gustándolo, no quiso beberlo. 35Y después que le hubieron colgado del madero, repartieron sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliese lo que fue dicho por el profeta: Se repartieron mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. 36Y sentados le guardaban allí. 37Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESUS EL REY DE LOS JUDIOS. 38Entonces colgaron en maderos con él dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda. 39Y los que pasaban, le decían injurias, meneando sus cabezas, 40y diciendo: Tú, el que derribas el Templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo. Si eres Hijo de Dios, desciende del madero. 41De esta manera también los príncipes de los sacerdotes, escarneciendo con los escribas y los ancianos, decían: 42A otros salvó, a sí mismo no puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora del madero, y creeremos a él. 43Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. 44Lo mismo también le injuriaban los ladrones que estaban colgados en maderos con él. 45Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46Y cerca de la hora novena, Jesús exclamó con gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 47Y algunos de los que estaban allí, oyéndolo, decían: A Elías llama éste. 48Y luego, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le daba de beber. 49Y los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle. 50Mas Jesús, habiendo otra vez exclamado con gran voz, dio el Espíritu. 51Y he aquí, el velo del Templo se rompió en dos, de alto a bajo; y la tierra tembló, y las piedras se hendieron; 52y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; 53y salidos de los sepulcros, después de su resurrección, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. 54Y el centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, diciendo: Verdaderamente Hijo de Dios era éste. 55Y estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido de Galilea a Jesús, sirviéndole, 56entre las cuales estaban María Magdalena, y María de Jacobo, y la madre de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

¿Qué significa Mateo capitulo 27?

Todos los eventos que aparecen en Mateo 27 tienen lugar durante un solo día. Al final de ese día, Cristo murió en la cruz.

El concilio que condenó a Jesús la noche anterior no había seguido el procedimiento oficial que se solía seguir para celebrar los juicios. Parte del error que cometieron fue el hecho de no dictar una sentencia de muerte durante el día. Para cumplir con la ley, se reunieron una vez más después del amanecer para hacerlo oficial. Para ello, ataron a Jesús y se lo llevaron para ver al gobernador romano: Poncio Pilato. Los líderes religiosos judíos lo necesitaban para sentenciar a muerte a Jesús, ya que ellos no tenían la autoridad para hacerlo por sí mismos (Mateo 27:1–2).

Mientras tanto, Judas cambió de opinión. Cuando escuchó que Jesús había sido condenado, le devolvió las 30 piezas de plata a los líderes que le habían pagado para traicionar a Jesús. Admitió que Jesús era inocente, pero a ellos no les importaba. Los enemigos de Jesús ciertamente no iban a admitir que habían sobornado a nadie para poder condenarlo. Judas tiró el dinero en el templo y se suicidó. Los principales sacerdotes y los ancianos usaron ese dinero para comprar un campo en el que planearon enterrar a los extranjeros que murieran en Israel (Mateo 27:3–10).

Pilato le preguntó directamente a Jesús si él era el Rey de los judíos. Jesús dijo: "tú lo has dicho". Aparte de esto, Jesús no dijo casi nada para defenderse. El relato de Juan añade más detalles que nos muestran la manera en que Pilato consideró las afirmaciones que Jesús había hecho acerca de que él era un "Rey", pero Pilato no pensó que eso fuera un problema (Juan 18: 33–38). Los líderes religiosos judíos comenzaron a acusar a Cristo sin parar con el fin de que lo mataran. Pilato se asombró de que Jesús no dijera nada para defenderse; quizás, Pilato se esperaba que Jesús pudiera defenderse lo suficiente como para poder condenar a los líderes religiosos por haber mentido, pero Jesús sabía que eso sería inútil y decidió no decir casi nada (Mateo 27:11–14).

Pilato tenía la costumbre de soltar a un preso todos los años durante la Pascua. En este momento, quiso usar esa tradición para evitar las manipulaciones de los líderes religiosos. Parte de la precaución de Pilato pudo deberse a la superstición, ya que su esposa le había advertido acerca de un sueño que había tenido. Pilato supuso que la gente preferiría liberar a un maestro inocente en lugar de a un asesino convicto. De hecho, Pilato no pudo encontrar nada de lo que acusar a Jesús, y sabía que los líderes religiosos judíos querían matar a Jesús por envidia y no por el hecho de que hubiera cometido ningún crimen legítimo en contra de Roma. Pilato ofreció a un asesino convicto con el fin de que la gente lo eligiera a él en lugar de a Jesús, pero no se dio cuenta de que los enemigos de Jesús estaban instigando a la gente para que eligieran a Jesús (Mateo 27:15–20).

El gobernador romano le dio a elegir a la multitud: Jesús o Barrabás. Debido a la instigación de los líderes religiosos de Jerusalén, la gente comenzó a gritar que liberaran a Barrabás y que crucificaran a Jesús. Pilato finalmente cedió ante la presión, aunque no creyera que Jesús fuera culpable. En un intento inútil de evitar cargar con la responsabilidad de la muerte de Jesús, se lavó las manos simbólicamente. La gente, totalmente sumida en el caos y debido a la influencia de los líderes de Jerusalén, le restó importancia a la gravedad de lo que estaba sucediendo. Jesús fue humillado brutalmente por los soldados romanos, lo golpearon nuevamente y se lo llevaron para crucificarlo (Mateo 27:21–31).

A las víctimas de la crucifixión a menudo se les obligaba a llevar su propia cruz, aunque por lo general solo se trataba de la viga horizontal, 35 libras, 16 kilogramos, la cual pesaba tanto como una viga horizontal de ferrocarril en la actualidad. Dado que Jesús había sido horriblemente castigado antes de este momento, no pudo seguir el ritmo de los otros prisioneros (Juan 19:1–4). Aprovechando la ley romana (Mateo 5:41), los soldados obligaron a un transeúnte inocente a ayudar a Jesús a arrastrar la cruz durante el resto del camino (Mateo 27:32).

En la cruz, la cual estaba situada en un lugar llamado Gólgota, Jesús se negó a beber un trago de vino amargo, lo cual probablemente era algún tipo de sedante. Jesús no quería que Su mente se embotara de ninguna manera. Los soldados se repartieron Su ropa, pero decidieron echarse a suertes Su última prenda. Entonces, colocaron un letrero sobre la cabeza de Jesús en el que cual se describía el crimen por el cual estaba siendo ejecutado "oficialmente". El letrero decía "Rey" de los judíos. La gente que pasaba por allí, incluidos varios líderes religiosos judíos, se burlaron de Jesús por no haber podido salvarse a Sí mismo, ya que Jesús afirmaba ser el Hijo de Dios. Incluso los criminales crucificados junto a Jesús comenzaron a burlarse de él (Mateo 27:33–44).

Mientras todo esto ocurría, una oscuridad inexplicable cayó sobre Israel durante unas tres horas. Jesús clamó en arameo, citando las palabras del Salmo 22:1: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" Algunas personas malinterpretaron a Jesús y pensaron que Jesús estaba llamando al profeta Elías para que viniera y lo salvara. Finalmente, Jesús voluntariamente entregó Su espíritu y murió. En ese momento, la enorme cortina del templo que separaba simbólicamente a los hombres de la presencia de Dios se rasgó en dos de arriba abajo. Un potente terremoto abrió las tumbas de algunos de los santos de Israel. Los soldados romanos, llenos de asombro, comenzaron a decir que Jesús quizás era un ser divino después de todo (Mateo 27:45–54).
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