Capítulo

Mateo 27:25

LBLA Y respondiendo todo el pueblo, dijo: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!
NBLA Todo el pueblo contestó: “¡Caiga Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!”
NVI ?¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! —contestó todo el pueblo.
RV1960 Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.
JBS Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.

¿Qué significa Mateo 27:25?

Este versículo es aterrador, irreflexivo y muy triste, todo al mismo tiempo. También es profundamente controvertido debido a su abuso por parte de quienes promueven el "antisemitismo": el odio hacia el pueblo judío. Dada esa perspectiva retorcida, y casi veinte siglos de persecución mundial hacia el pueblo de Israel, los lectores en la actualidad bien podrían estremecerse al leer estas palabras.

Jesús era claramente inocente y así lo había declarado varias veces el gobernador romano (Juan 19:4; Lucas 23:4, 22). Aun así, en respuesta a la incitación de los líderes religiosos, la multitud que se reunió allí exigió que Jesús fuera crucificado (Mateo 27:22–23). Pilato, el gobernador, cedió a esa presión añadiendo un intento irrisorio de evitar asumir la responsabilidad de la muerte de Jesús (Mateo 27:24). En respuesta a esto, esta multitud, la cual estaba a punto de amotinarse, hizo un comentario desdeñoso y descuidado sobre su disposición a cargar con la culpa del acto de asesinato que estaban a punto de perpetrar.

De alguna manera, todo el pueblo de Israel, no solo las personas que estuvieron presentes cuando Jesús fue condenado, sufrió terriblemente desde este preciso momento que se describe en las Escrituras. En el año 70 d.C., Roma masacró y profanó Jerusalén. Los veinte siglos que han transcurrido desde entonces han sido testigos de una persecución judía inimaginable, incluyendo los horrores del holocausto. Las Escrituras no dicen en ningún momento que los problemas históricos de Israel pudieran haber sido el resultado de la condena de Jesús. Sin embargo, poco antes de ser arrestado, Cristo predijo que Jerusalén iba a experimentar un juicio espantoso (Mateo 23:37—24:2). Jesús hará una predicción similar de camino al lugar donde iba a ser ejecutado (Lucas 23:27–31).

Sin embargo, la Biblia también es muy clara sobre el hecho de que Dios nunca ha abandonado a Su pueblo elegido (Romanos 11:1–2), y todavía forman parte del plan de salvación de Dios (Romanos 11:26). No hay nada en la Biblia, implícita o explícitamente, que sugiera que el pueblo judío debiera ser culpado colectivamente por la muerte de Cristo, ni tampoco hay ninguna parte de las Escrituras que apoye el odio, la persecución, la burla o el prejuicio contra Israel a causa de estos eventos. Mateo también registra uno de los horribles comentarios que la multitud hizo en ese momento: a ellos tampoco les importaba si a sus hijos también se les responsabilizara de la muerte de Jesús.
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