Capítulo
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Marcos capitulo 14

La Biblia de las Américas

Nueva Biblia de las Américas

Nueva Versión Internacional

Reina-Valera 1960

Biblia del Jubileo

12Y el primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando sacrificaban la Pascua, sus discípulos le dicen: ¿Dónde quieres que vayamos a disponer para que comas la pascua? 13Y envía dos de sus discípulos, y les dice: Id a la ciudad, y os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle; 14y donde entrare, decid al padre de familia: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la Pascua con mis discípulos? 15Y él os mostrará un gran cenáculo ya preparado; aderezad para nosotros allí. 16Y fueron sus discípulos, y vinieron a la ciudad, y hallaron como les había dicho; y aderezaron la Pascua. 17Y llegada la tarde, fue con los doce. 18Y cuando se sentaron a la mesa y comieron, dijo Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me ha de entregar. 19Entonces ellos comenzaron a entristecerse, y a decirle cada uno por sí, por ventura: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo? 20Y él respondiendo les dijo: Es uno de los doce que moja conmigo en el plato. 21A la verdad el Hijo del hombre va, como está de él escrito; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! Bueno le fuera a aquel hombre si nunca hubiera nacido. 22Y estando ellos comiendo, tomó Jesús pan, y bendiciendo, partió y les dio, y dijo: Tomad, comed, esto es mi cuerpo. 23Y tomando el vaso, habiendo hecho gracias, les dio; y bebieron de él todos. 24Y les dice: Esto es mi sangre del Nuevo Testamento, que por muchos es derramada. 25De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo beberé nuevo en el Reino de Dios.
53Y trajeron a Jesús al sumo sacerdote; y se juntaron a él todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos y los escribas. 54Pero Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con los servidores, y calentándose al fuego. 55Y los príncipes de los sacerdotes y todo el concilio buscaban algún testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte; pero no lo hallaban. 56Porque muchos decían falso testimonio contra él; mas sus testimonios no concertaban. 57Entonces levantándose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo: 58Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este Templo, que es hecho de manos, y en tres días edificaré otro hecho sin manos. 59Mas ni aun así se concertaba el testimonio de ellos. 60Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes algo? ¿Qué atestiguan éstos contra ti? 61Mas él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? 62Y Jesús le dijo: YO SOY; y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra de la Potencia de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. 63Entonces el sumo sacerdote, rasgando sus vestidos, dijo: ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? 64Habéis oído la blasfemia: ¿qué os parece? Y todos ellos le condenaron ser culpado de muerte. 65Y algunos comenzaron a escupir en él, y cubrir su rostro, y a darle bofetadas, y decirle: Profetiza. Y los servidores le herían de bofetadas.

¿Qué significa Marcos capitulo 14?

El capítulo final antes de la crucifixión de Jesús comienza con las características historias "intercaladas" de Marcos, las cuales acaban en tragedia. Mientras los líderes judíos y Judas se preparan para su traición, Jesús se concentra, incluso en ese momento, en enseñarles a los discípulos la verdad sobre sí mismo, las verdades sobre sí mismos y sobre quien es realmente el Mesías judío y lo que el Mesías supone para el mundo.

Los fariseos, los saduceos, los principales sacerdotes y los ancianos se han unido para destruir a Jesús, y su principal contratiempo es la multitud (Marcos 14:1–2). Jesús acaba de pasar una semana humillando a los líderes religiosos judíos y ganándose los corazones de la gente (Marcos 11–12). Jesús debe ser arrestado cuando esté relativamente desprotegido o la multitud se acabaría amotinando (Marcos 14:1–2).

Al menos por segunda vez, posiblemente por tercera vez (Lucas 7:36–50; Juan 12:1–8), una mujer unge a Jesús con perfume. En la casa de Simón el leproso, una mujer no identificada unge la cabeza de Jesús el día en que se ungen los corderos pascuales (Marcos 14:3–9). Jesús alaba su acto de gracia de adoración que lo estaba preparando para Su entierro la tarde siguiente.

El estado de ánimo vuelve a caer cuando Judas se reúne con los principales sacerdotes y les ofrece entregarles a Jesús (Marcos 14:10–11). Si los líderes judíos necesitan evitar un motín, tendrán que arrestar a Jesús por la noche lejos de las multitudes, en un momento en el que sea difícil verlos y haya pocos testigos. Judas les dirá cuándo y dónde pueden hacerlo. Es posible que Judas se haya desilusionado al darse cuenta de que Jesús no vino para convertirse en un Mesías militar o político, lo que haría que Judas comenzara a buscar activamente una salida rentable de su situación.

Marcos describe la cena pascual con los discípulos (Marcos 14:12–21), mientras que Juan nos da más detalles sobre lo que Jesús les enseñó (Juan 13–17). En Egipto, la sangre de los corderos protegió a los israelitas de la muerte (éxodo 12). Mientras Jesús se prepara para derramar Su propia sangre para traer vida al mundo, se despide de Judas para preparar el camino (Juan 13:21–30) y transforma esa comida pascual en la Cena del Señor (Marcos 14:22–25).

Después de la comida, Jesús y los discípulos se van a un huerto en el Monte de los Olivos donde Jesús profetiza que lo abandonarán (Marcos 14:26–31). Los discípulos se dispersarán, y Pedro negará incluso conocer a Jesús en tres ocasiones diferentes.

Jesús se separa de la mayoría de los discípulos y les dice a Pedro, Jacobo y Juan que oren para que sean fuertes frente a la tentación. Jesús se aleja de ellos y se derrumba ante su Padre en una oración llena de dolor, pidiendo simultáneamente renunciar a la cruz y someterse a Su voluntad. Los tres discípulos están durmiendo y no están preparados para lo que vendrá después (Marcos 14:32–42).

Judas regresa, guiando a una multitud de guardias y sirvientes para arrestar a Jesús (Marcos 14:43–50). Judas se acerca a Jesús y lo besa para identificarlo. En la oscuridad y el caos, Pedro corta la oreja de un sirviente (Juan 18:10), pero Jesús lo cura (Lucas 22:51) y se va en paz. Los discípulos se dispersan, tal y como Jesús dijo que lo harían.

De los cuatro evangelios, solo Marcos menciona que un joven también huye de la escena (Marcos 14:51–52). Los guardias intentan agarrarlo, pero él se escapa, dejando atrás la sábana que le servía como su única pieza de ropa.

Marcos combina los juicios de Jesús ante Anás, un ex-sumo sacerdote, y Caifás, el actual sumo sacerdote (Juan 18:12–13). Los miembros del Sanedrín reúnen a todos los testigos que pueden encontrar para descubrir un crimen del que pueden acusar a Jesús (Marcos 14:53–65). Aunque los testigos mienten, el Sanedrín no puede encontrar dos testimonios idénticos, los cuales eran necesarios para identificar un delito capital. Jesús no se defiende (Isaías 53:7). Finalmente, el sumo sacerdote le pregunta directamente a Jesús quién es, y Jesús responde. Los miembros del consejo lo condenan inmediatamente por blasfemia.

Mientras Jesús es interrogado y golpeado, Pedro permanece cerca de los guardias y los sirvientes calentándose junto al fuego (Marcos 14:66–72). Pedro es un seguidor del hombre que fue arrestado y agredió a un sirviente que es amigo y pariente de los hombres que lo rodean en estos momentos (Juan 18:10). Debido al miedo del momento, Pedro se olvida de su promesa de morir por Jesús y, en cambio, niega incluso haberlo conocido (Marcos 14:29–31).

Jesús pasa los días antes de Su crucifixión tal y como los pasó los tres años anteriores: tratando de que los discípulos comprendan una visión más amplia del papel del Mesías judío dentro del plan de Dios para el mundo. Mientas que otros evangelios, especialmente Juan, entran en más detalles, Marcos trata solo algunos de los temas que los prepararán para establecer la iglesia: reconocer y honrar la obra de Dios (Marcos 14:3–9); reconocer al enemigo, pero no temerlo (Marcos 14:1–2, 10–11, 17–21, 43–50, 53–65); valorar la comunidad y recordar en comunidad la obra de Jesús (Marcos 14:12–16, 22–25); confiar en el poder de Dios, no en el nuestro, para permanecerle fieles (Marcos 14:26–31, 66–72); y comprender que Dios es un Padre, que merece nuestra honestidad, nuestra confianza y nuestra obediencia (Marcos 14:32–42).
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