Capítulo
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Marcos 14:32

LBLA Y llegaron a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí hasta que yo haya orado.
NBLA Llegaron a un lugar que se llama Getsemaní, y Jesús dijo a Sus discípulos: “Siéntense aquí hasta que Yo haya orado.”
NVI Fueron a un lugar llamado Getsemaní, y Jesús les dijo a sus discípulos: «Siéntense aquí mientras yo oro».
RV1960 Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro.
JBS Y vienen al lugar que se llama Getsemaní, y dice a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro.

¿Qué significa Marcos 14:32?

Getsemaní es un huerto que se sitúa en el Monte de los Olivos. El nombre deriva de algunas referencias que existen sobre una presunta "prensa de aceite". El huerto de Getsemaní todavía cuenta con olivos de más de 900 años. El jardín está muy cerca de donde se encuentran los senderos de la Puerta Este y la Puerta de las Ovejas. La Puerta Este, o Puerta Hermosa, está directamente al este del frente del templo y permite que la luz del amanecer brille sobre las piedras que están cubiertas de oro. La Puerta de las Ovejas se encuentra en el extremo oriental del lado norte del Monte del Templo, por donde pasan las ovejas para ser sacrificadas durante la Pascua.

Jesús es Dios encarnado, y es completamente Dios y completamente hombre al mismo tiempo. Es normal que nos surja la pregunta de cómo pudo Jesús orarle a Dios, si él mismo era Dios. Cuando se hizo hombre, se "despojó" de la plena expresión de Su deidad (Filipenses 2:7). En realidad, no podemos entender plenamente el alcance de este vacío. Cuando Jesús percibe "en su espíritu" lo que los escribas están pensando después de que sanara al paralítico (Marcos 2:1–12), no sabemos si Su deidad le estaba revelando la información o si el Espíritu Santo se lo estaba diciendo a Su espíritu. Cuando Juan 2:24–25 dice que Jesús sabe lo que hay en el corazón de todas las personas, no sabemos si eso se debe a Su sabiduría natural o al hecho de que él puede leer sus intenciones de manera sobrenatural. Si Jesús tenía el poder infinito de Dios mientras estaba en la tierra, no nos queda claro entonces cómo pudo sentir que perdió algo de poder cuando la mujer con el problema de sangre lo tocó (Marcos 5:27–30).

El tema de la oración de Jesús, sin embargo, no es tan complicado. Dios conoce todos los pensamientos de Jesús. Dios no necesita la oración de Jesús para saber lo que Jesús quiere y piensa. Sin embargo, el lado humano de Jesús requiere un esfuerzo mayor para mantenerse conectado con Dios. Varias veces a lo largo de Su ministerio, Jesús trata de encontrar un lugar tranquilo para orar (Marcos 1:35; 6:46). Jesús es una persona, pero tiene dos naturalezas: Dios y hombre. Cada una de estas naturalezas tiene su propia voluntad. Jesús no tiene una naturaleza pecaminosa y por lo tanto no puede pecar, pero Su voluntad humana requiere un esfuerzo intencional para mantenerse sincronizada con la voluntad de Dios. Esto no quiere decir que la voluntad humana de Jesús era propensa a actuar de una manera contraria a la voluntad de Dios; ya que Jesús no podía pecar, Su voluntad humana siempre estaba sometida a la voluntad de Dios. Sin embargo, hay una clara diferencia entre hacer lo correcto porque es lo correcto, frente a hacer lo correcto porque la persona a la que usted está sirviendo está junto a usted, animándole, atravesando las dificultades junto a usted, en una sincronía perfecta de fidelidad y paciencia.

Muy pronto, Dios le dará la espalda a Jesús cuando el peso del pecado de la humanidad caiga sobre él. Jesús se toma este tiempo para recordar por qué necesita pasar por el calvario. Aun cuando Su voluntad humana quiere evitar el dolor de la cruz y la separación de Dios, lo más importante para él es hacer lo que Dios quiere. Jesús no es un autómata que hace lo correcto porque está programado para hacerlo, ni tampoco bloquea Sus emociones con la excusa de que la gente sufre porque la justicia y la santidad glorifican a Dios tanto como el amor y la alabanza. Jesús empatiza con las personas cuando éstas sienten dolor (Juan 11:33–35); imagine entonces una conexión más profunda que ésta, y que duré por la eternidad.
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