Capítulo
Verso

Génesis 32:27

LBLA Y él le dijo: ¿Cómo te llamas? Y él respondió: Jacob.
NBLA “¿Cómo te llamas?” le preguntó el hombre. “Jacob,” le respondió él.
NVI ?¿Cómo te llamas? —le preguntó el hombre. ?Me llamo Jacob —respondió.
RV1960 Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob.
JBS Y él le dijo: ¿Cómo es tu nombre? Y él respondió: Jacob.

¿Qué significa Génesis 32:27?

Tomado por sí mismo, este versículo parece ser un versículo sin importancia. Sin embargo, esta simple pregunta y respuesta representa un momento colosal en la historia de la humanidad y un ejemplo definitorio para comprender la teología cristiana.

Jacob tenía la reputación de engañar y mentir continuamente (Génesis 27:36). De hecho, se hizo pasar por su hermano Esaú para engañar a su anciano padre para que le diera una bendición que supuestamente le pertenecía a su hermano (Génesis 27:30–35). Incluso su nombre sugiere algún tipo de engaño o estratagema: Ya'aqōb significa "agarrador de talones". Además, este evento tiene lugar junto a un río llamado Yab'bōq, que significa "vaciado"; y la palabra hebrea para "lucha" es yē'ābēq. Jacob estaba esperando a ver cómo sería finalmente su reunión con Esaú (Génesis 32:6). Todo esto enfatiza aún más el nivel de conflicto, lucha e intrigas que ya había en la vida de Jacob.

Después de luchar durante algún tiempo, el extraño de repente salió ganando de la pelea y le dislocó la cadera a Jacob. En este momento, Jacob parece darse cuenta de que ha estado luchando con una manifestación física de Dios mismo, o posiblemente con algún tipo de ángel. Aunque estaba gravemente herido, Jacob no solo se negó a dejarlo ir, sino que exigió que el hombre lo bendijera antes de soltarlo.

En un momento de crisis y angustia, el hombre le hace una pregunta que impacta directamente en el corazón del pasado de Jacob, su personalidad y su necesidad: ¿Cuál es tu nombre? Jacob le había exigido una bendición, algo que una vez él mismo le había robado a su propio hermano al mentir sobre su identidad (Génesis 27:19). En este instante, Jacob podía elegir entre seguir siendo un mentiroso, o ser honesto acerca de quién era realmente. Tal y como se confirmaría muy pronto, este hombre misterioso era una manifestación de Dios; su pregunta era exactamente como la que se les hizo a Adán y Eva después de haber pecado (Génesis 3:8–9). Por lo tanto, era una oportunidad para que Jacob confesara sus pecados y pasara la prueba.

Jacob "el agarrador de talones", el "usurpador" —Jacob el mentiroso— dijo la verdad en ese momento. Como resultado, Dios le dió un nuevo nombre y una nueva identidad, como el padre del pueblo escogido de Dios.

El simbolismo de este evento es fundamental para la comprensión cristiana del pecado y la salvación. A pesar de las mentiras y los planes de Jacob, y de toda su lucha que había tenido contra Dios, no pudo ser verdaderamente bendecido hasta que reconociera su propia desventaja y admitiera quién era en realidad. Esto no solo implicaba el hecho de aceptar su propia identidad, sino que también era un acto de sumisión: los pueblos antiguos creían que conocer y usar el nombre de una persona le daba poder y autoridad al hablante. En respuesta, Dios le otorgó a Jacob un nuevo nombre, convirtiéndolo simbólicamente en un "hombre nuevo" que acabó teniendo un propósito renovado.
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