¿Qué significa Génesis 32:20?
El plan de Jacob para apaciguar la presunta ira que Esaú sentía hacia él era bastante elaborado y muy estratégico. Este plan comenzó separando la caravana en dos grupos, para que uno tuviera la oportunidad de escaparse en el caso de que el otro fuera atacado (Génesis 32:7–8). También incluyó la oración sincera y desesperada que Jacob le hizo a Dios (Génesis 32:9–12). La pieza final de este rompecabezas consistía en ofrecerle varios regalos a Esaú de manera gradual para así apaciguar la ira que posiblemente todavía sentía en contra de Jacob.Jacob ha ideado una especie de desfile, con grandes obsequios de animales que le llegarían a Esaú en orden, uno a uno. El ganado era un bien importante en esta época, por lo que el regalo de Jacob fue increíblemente generoso. El desfile culminará con la llegada del propio Jacob y el encuentro final de los hermanos. El objetivo en mente de Jacob era que Esaú lo aceptara; o, al menos, que Esaú se complaciera lo suficiente como para no atacarles a Jacob y a su familia cuando pasaran por allí.
Génesis 32:1–21 describe los preparativos de Jacob para encontrarse con su hermano Esaú, quien venía con 400 hombres. Esta será la primera vez que Jacob y Esaú hablaron desde que Jacob huyó debido a la ira de Esaú tal y como se describe en Génesis 27. Jacob estaba aterrorizado de que Esaú viniera a matarlo. Por lo tanto, decidió dividir su compañía en dos partes. Jacob oró con humildad y fe a Dios por su liberación. Jacob también preparó un gran regalo de 550 animales para que se lo dieran a Esaú para así apaciguar su presunto enojo.
A medida que Jacob se alejaba de Labán y regresaba a su propio país, estaba más cerca de enfrentarse a otro posible conflicto. Su hermano gemelo Esaú se estaba acercando con 400 hombres. Jacob temía que este grupo estuviera viniendo para vengarse por haberle robado a Esaú la bendición familiar 20 años antes. Jacob tenía tanto miedo que dividió su compañía en dos bandos, y oró para que Dios lo ayudara. También preparó un enorme regalo para apaciguar a Esaú. Finalmente, mientras estaba solo en la oscuridad, Jacob se vio inesperadamente obligado a luchar contra un hombre misterioso, quien resultó ser Dios mismo personificado de alguna manera. En un momento profundo de simbolismo, Dios le obligó a Jacob a decir su propio nombre, y finalmente Dios se lo cambió, y le puso de nombre Israel.