¿Qué significa Génesis 32:14?
Esaú venía de camino en busca de Jacob con 400 hombres (Génesis 32:6). ¿Venía para atacarle? Jacob no lo sabía, así que se preparó para lo peor (Génesis 32:7–8) mientras oraba para que todo saliera bien (Génesis 32:9–12). Jacob también preparó un enorme regalo de ganado para dárselo a Esaú con la esperanza de apaciguar cualquier resentimiento que su hermano aún pudiera tener contra él. El último contacto ocurrió hacía ya unos veinte años, cuando Jacob huyó para evitar ser asesinado por Esaú durante un ataque de celos (Génesis 27:41–45).Este versículo comienza con una lista de los rebaños de animales que se incluyeron dentro del regalo, comenzando con cabras y ovejas. Jacob envió doscientas cabras, veinte machos cabríos, doscientas ovejas, y veinte carneros. Esto era un rebaño considerable, suficiente como para proporcionarle una riqueza considerable en sí misma a quien lo recibiera.
Génesis 32:1–21 describe los preparativos de Jacob para encontrarse con su hermano Esaú, quien venía con 400 hombres. Esta será la primera vez que Jacob y Esaú hablaron desde que Jacob huyó debido a la ira de Esaú tal y como se describe en Génesis 27. Jacob estaba aterrorizado de que Esaú viniera a matarlo. Por lo tanto, decidió dividir su compañía en dos partes. Jacob oró con humildad y fe a Dios por su liberación. Jacob también preparó un gran regalo de 550 animales para que se lo dieran a Esaú para así apaciguar su presunto enojo.
A medida que Jacob se alejaba de Labán y regresaba a su propio país, estaba más cerca de enfrentarse a otro posible conflicto. Su hermano gemelo Esaú se estaba acercando con 400 hombres. Jacob temía que este grupo estuviera viniendo para vengarse por haberle robado a Esaú la bendición familiar 20 años antes. Jacob tenía tanto miedo que dividió su compañía en dos bandos, y oró para que Dios lo ayudara. También preparó un enorme regalo para apaciguar a Esaú. Finalmente, mientras estaba solo en la oscuridad, Jacob se vio inesperadamente obligado a luchar contra un hombre misterioso, quien resultó ser Dios mismo personificado de alguna manera. En un momento profundo de simbolismo, Dios le obligó a Jacob a decir su propio nombre, y finalmente Dios se lo cambió, y le puso de nombre Israel.