Capítulo

Mateo 26:67

LBLA Entonces le escupieron en el rostro y le dieron de puñetazos; y otros le abofeteaban,
NBLA Entonces Le escupieron en el rostro y Le dieron puñetazos; y otros Lo abofeteaban,
NVI Entonces algunos le escupieron en el rostro y le dieron puñetazos. Otros lo abofeteaban
RV1960 Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban,
JBS Entonces le escupieron en su rostro, y le dieron de bofetadas; y otros le herían con las varas,

¿Qué significa Mateo 26:67?

El sumo sacerdote y el concilio lograron lo que se habían propuesto hacer desde hacía ya mucho tiempo (Juan 11:48–53). De hecho, cruzaron una barrera legal que antes no habían podido superar (Mateo 26:57–60). Jesús fue declarado culpable de blasfemia y sentenciado a muerte por lo que había dicho, y lo que dijo era verdad (Mateo 26:61–66). El juicio en sí no había sido legal por varias razones. Primero, tuvo lugar en medio de la noche en la casa del sumo sacerdote, en lugar de haber ocurrido durante el día en el templo, y el resultado del juicio se decidió incluso antes de que comenzara ese mismo juicio. Además, también se utilizaron testigos falsos.

Sin embargo, nada de eso importaba realmente, porque lo que se necesitaba conseguir finalmente se había conseguido. Jesús les dijo que Él era el Cristo a los líderes religiosos de Israel y después fue oficialmente rechazado y condenado (Mateo 16:21). Los líderes de Israel tuvieron la oportunidad de recibir al Hijo de Dios y, en cambio, decidieron matarlo (Juan 5:39–40).

En este punto, el abuso de Jesús comenzó a empeorar. Los mismos miembros del Sanedrín, o sus sirvientes, o los guardias, comenzaron a escupirle en la cara y a golpearlo. La palabra "golpear" aquí proviene de un término griego que a menudo se refiere al acto de golpear a alguien con los puños. Por lo tanto, estaban golpeando y burlándose de Cristo. Según los líderes judíos, Jesús era un falso Mesías al que pronto matarían sin más.

Si bien las Escrituras no nos lo dicen directamente, este abuso también pudo tener otro propósito. Los enemigos de Jesús quizás sintieron que el hecho de que pudieran burlarse de Él y maltratarlo demostraba que Él no era realmente el Hijo de Dios. Quizás pensaron que el verdadero Mesías no permitiría que le hicieran tales cosas, y seguramente incluso acabaría con la vida de todo aquel que intentara hacerle daño. Sin embargo, lo que no sabían es que Él estaba cumpliendo la voluntad de Su Padre, y por eso no se resistió o defendió en ningún momento (Mateo 26:42).

Jesús derribó a un grupo de soldados diciendo una simple palabra durante esa misma noche (Juan 18:4–7); si alguna de esas personas estaba allí, quién sabe lo que podrían haber estado pensando al presenciar todo esto.
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