¿Qué significa Mateo 26:55?
Jesús reprendió a Pedro (Mateo 26:51–52) y también lo hubiera hecho con cualquier otro discípulo que pudiera haber estado pensando en luchar contra los que habían venido a arrestarlo. Si Jesucristo no hubiera querido ser arrestado, no habría necesitado la ayuda de nadie. Los cielos desatarían todo su poder en Su nombre (Mateo 26:53). De hecho, si los discípulos decidieran luchar con espadas, seguramente habrían acabado muriendo. Jesús aceptó irse con esta multitud de personas por Su propia voluntad (Juan 18:4–8), porque era la voluntad de Su Padre (Mateo 26:42), y porque así se cumplirían las profecías que hablaban directamente sobre Él. (Mateo 26:54).Sin embargo, solo porque Cristo sabía lo que iba suceder (Mateo 16:21) y lo aceptó de buena gana, eso no significa que no pudiera decir cosas sobre lo absurdo que todo esto era. Jesús se volvió hacia la multitud que había venido de noche, a un jardín apartado, para arrestarlo con espadas y garrotes, y se burló de ellos preguntándoles si habían venido a arrestar a un ladrón. ¿Quizás se esperaban que Jesús usara la violencia contra ellos? Jesús también dijo que había pasado muchos días enseñando públicamente, yendo y viniendo libremente, y durante todo ese tiempo no le hicieron nada.
Jesús sabe a qué se debía eso, y también lo sabía mayoría de los hombres que vinieron a arrestarlo. Los líderes religiosos judíos no querían agitar a las multitudes que respetaban a Jesús y lo consideraban un profeta de Dios (Juan 11:47–48, 57), y tampoco querían amenazar su posición de poder con respecto a la gente. Por lo tanto, quisieron deshacerse de Jesús en silencio, al amparo de la oscuridad, y al final lo acabaron haciendo de esa manera, para que nadie se diera cuenta. Parte de ese plan era culpar a los romanos de la muerte de Jesús (Mateo 27:1–2; Marcos 10:33; Lucas 18:32).
Mateo 26:47–56 nos describe la escena de la traición y el arresto de Jesús en el jardín de Getsemaní. Judas llegó al frente de una multitud armada de soldados, guardias del templo y otros. Judas identificó a Jesús ante la multitud dándole un beso de amigo. Pedro (Juan 18:10) tomó una espada y le cortó la oreja a un hombre queriendo defender a Jesús, pero en realidad hizo algo que Jesús no quería que hiciese. Jesús le dijo que guardara la espada. Si Jesús quisiera salvarse, se lo podía pedir a Dios Padre y llegarían 12 legiones de ángeles para ayudarlo. Sin embargo, Jesús no se iba a resistir. Las Escrituras de los profetas debían cumplirse. Este pasaje es similar a los que aparecen en Marcos 14:43–50, Lucas 22:47–53 y Juan 18:1–11.
Los líderes religiosos judíos conspiraron juntos para arrestar y matar a Jesús, y Judas Iscariote los ayudó, quien decidió traicionar voluntariamente a Jesús. Una mujer unge a Cristo con aceite durante una cena en Betania. A continuación, Jesús y los discípulos celebran la cena de Pascua en un aposento alto donde Jesús predice que lo iban a arrestar e introduce el sacramento de la comunión. Entonces Jesús ora con una agonía inimaginable en el jardín de Getsemaní antes de ser traicionado por Judas y ser capturado por los líderes judíos. Los discípulos acaban dispersándose. Jesús afirma explícitamente ser divino ante el sumo sacerdote, y finalmente lo declaran culpable de blasfemia y lo sentencian a muerte. Mientras esto sucede, Pedro niega conocer a Jesús hasta tres veces y huye de la escena avergonzado.