Capítulo

Mateo 26:65

LBLA Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos de más testigos ? He aquí, ahora mismo habéis oído la blasfemia;
NBLA Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: “¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos de más testigos? Ahora mismo ustedes han oído la blasfemia.
NVI ?¡Ha blasfemado! —exclamó el sumo sacerdote, rasgándose las vestiduras—. ¿Para qué necesitamos más testigos? ¡Miren, ustedes mismos han oído la blasfemia!
RV1960 Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia.
JBS Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestidos, diciendo: Ha blasfemado; ¿qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora habéis oído su blasfemia.

¿Qué significa Mateo 26:65?

Jesús les dio tanto al sumo sacerdote como al consejo gobernante judío exactamente lo que querían para poder condenarlo a muerte (Mateo 26:57–59). Jesús les dijo la verdad acerca de Su identidad: que Él era y es el Cristo, el Hijo de Dios, quien se sentará a la diestra de Dios y regresará sobre las nubes para juzgar al mundo (Salmo 110:1; Daniel 7:13). Dado que estos hombres ya habían rechazado el ministerio de Jesús antes (Juan 5:39–40) y habían tratado de matarlo (Juan 11:48–53), esta afirmación de Jesús los frustró aún más (Mateo 26:64).

Indignado y frustrado por este supuesto insulto hacia el carácter de Dios, el sumo sacerdote se rasgó dramáticamente sus vestiduras, lo cual era una costumbre común que se usaba para representar un dolor profundo y el rechazo que se sentía hacía una acción malvada en particular. En realidad, este es el momento que Caifás había estado esperando. Entonces, se volvió hacia el concilio y declaró que Jesús había blasfemado. Por lo tanto, ya no había necesidad de que hubiera más testigos falsos (Mateo 26:60; Marcos 14:56–59). Todos los presentes habían escuchado estas palabras, y todos entendieron claramente lo que Jesús quiso decirles.

En este punto, Caifás creyó que había ganado. Sin embargo, Jesús logró hacer exactamente lo que había planeado hacer desde el principio: ser condenado y luego crucificado (Mateo 16:21). Jesús no se resistió en ningún momento durante todos estos juicios falsos, y tampoco lo hizo en la cruz.
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