¿Qué significa Mateo 12:33?

Cristo está reprendiendo a los fariseos de nuevo después de haber cometido un pecado imperdonable: asociar un milagro de Cristo con el poder satánico (Mateo 12:22–32). Este tipo de interacciones seguramente sorprendieron a muchas personas del primer siglo de Israel, ya que se pensaba que los fariseos eran el mejor ejemplo que había en cuanto a lo que significaba hacer el bien. De hecho, se consideraban como un modelo a seguir en cuanto a cómo se debían seguir los mandamientos de Dios. Debido a que eran legalistas estrictos, medían el tipo de rectitud que decidían acatar de acuerdo con cómo seguían varias listas de normas y reglamentos, las cuales eran mucho más restrictivas que las leyes reales que Moisés les había dado.

En lugar de elogiar su comportamiento, Jesús los condenó sin rodeos. Es de sentido común juzgar la calidad de un árbol mirando lo que produce: frutos buenos o malos. Los fariseos mostraron el tipo de "fruto" espiritual que estaban produciendo cuando acusaron a Jesús de blasfemar por afirmar ser el Mesías. También revelaron la verdadera naturaleza de sus corazones al afirmar que Su poder para expulsar demonios venía de Satanás. En verdad, ellos eran los culpables de haber blasfemado.

Durante el juicio final, la fe en Cristo es lo que separa a las personas (Juan 14:6). Jesús, o nada, esa son las opciones (Juan 3:36). Cualquiera que no lo reconozca como el Mesías estará en su contra. Al haberlo rechazado tan descaradamente (Mateo 12:24), los fariseos no dejaron lugar para afirmar que simplemente cometieron un error o no lo entendieron. La manera en que lo rechazaron nos muestra que en realidad eran malvados en sus corazones.