Capítulo
Verso

Génesis 45:8

LBLA Ahora pues, no fuisteis vosotros los que me enviasteis aquí, sino Dios; y El me ha puesto por padre de Faraón y señor de toda su casa y gobernador sobre toda la tierra de Egipto.
NBLA “Ahora pues, no fueron ustedes los que me enviaron aquí, sino Dios. El me ha puesto por padre de Faraón y señor de toda su casa y gobernador sobre toda la tierra de Egipto.
NVI Fue Dios quien me envió aquí, y no ustedes. Él me ha puesto como asesor del faraón y administrador de su casa, y como gobernador de todo Egipto.
RV1960 Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto.
JBS Así pues, no me enviasteis vosotros acá, sino Dios, que me ha puesto por padre del Faraón, y por señor a toda su casa, y por enseñoreador en toda la tierra de Egipto.

¿Qué significa Génesis 45:8?

Este versículo comienza con una de las declaraciones más profundas de todas las Escrituras. Los hermanos de José les vendieron a José a unos traficantes de esclavos cuando solo tenía 17 años (Génesis 37:24–28). Sin embargo, José reconoce aquí que había un plan y un propósito más allá de todo lo que estaba pasando. Los hermanos cometieron un pecado, pero se les permitió cometerlo porque Dios consideró que ese pecado les conduciría hacia un bien mayor. José dice que no fueron sus hermanos, sino Dios quien lo había enviado a Egipto, porque Dios quiso que José ascendiera al poder (Génesis 41:44) y salvara a Israel (Génesis 45:10–11). Por lo tanto, Dios fue el responsable de lo que le sucedió, y todo acabó bien (Romanos 8:28).

La evidencia que José presenta para defender su caso es la naturaleza milagrosa de su ascenso al poder. Él, un esclavo hebreo, se había convertido en una especie de padre para el faraón de Egipto; el faraón se sometió completamente a todas las instrucciones de José sobre la mejor manera de preservar la vida en su reino (Génesis 41:40). José incluso se había convertido en el señor de la casa de faraón y el gobernante de todo Egipto. Esto simplemente no podría haber sucedido si Dios no lo hubiera planeado y diseñado de esa manera.

La perspectiva que se nos da aquí les da sentido a algunas de las dificultades por las que pasaron, pero nos deja con otras preguntas. Por ejemplo, lo que José experimentó no significa que todo lo malo que nos ocurra proviene de un plan que Dios haya ideado para finalmente provocar algún bien. Tampoco significa que todo el sufrimiento se acabará un día durante nuestra vida terrenal. Aún así, la historia de José nos demuestra que Dios puede usar las malas intenciones de las personas para provocar algo bueno al final, y les da a las víctimas que han sufrido algún tipo de mal la capacidad de ver más allá de las intenciones de quienes le han hecho algo malo. En lugar de sentirse a merced de las personas, podemos animar a aquellos que sufren, sabiendo que Dios puede superar cualquier circunstancia que se nos presente en la vida.
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