¿Qué significa Génesis 26:20?
Dios le había ordenado a Isaac que se quedara en Gerar (Génesis 26:2–3), pero el rey local estaba molesto por la gran riqueza y prosperidad de Isaac (Génesis 26:14–16). Para satisfacer a ambas partes, Isaac y su gran séquito acamparon en el valle de Gerar (Génesis 26:17). Si iban a quedarse, era fundamental que encontraran agua en abundancia. El versículo anterior nos dijo que los sirvientes de Isaac encontraron un manantial de agua. Ahora nos enteramos de que los pastores locales reclamaron los derechos de esa agua.El conflicto es similar a la trama de muchas películas del viejo oeste, en las que los ganaderos luchaban por los derechos de propiedad del agua del río local para cultivar o mantener sus ovejas y ganado. Isaac, sin embargo, parece no estar dispuesto a luchar por nada. Su reputación de ser un hombre pasivo provenía, en parte, de que aparentemente se negaba a luchar o incluso a desafiar a quienes se le oponían. En lugar de usar su considerable poder para mantener el pozo, Isaac se retiró de nuevo. A este pozo lo llamó Esek, que significa "riña" o "contienda", y se va en busca de otro.
Génesis 26:6–35 describe las interacciones que Isaac tuvo con los filisteos mientras vivía en la tierra de Gerar y sus alrededores. Después de que todos se dieran cuenta de que Isaac estaba mintiendo acerca de que Rebeca era su hermana, el rey Abimelec se enojó con él. Sin embargo, Abimelec acabó protegiendo a Isaac y a Rebeca. Dios bendijo a Isaac abundantemente, y su riqueza creció hasta el punto en que su poder provocó que el rey le pidiera que se marchara. Después de una serie de disputas sobre los derechos de propiedad de varios pozos, el rey e Isaac finalmente llegaron a un acuerdo de paz. Dios se le apareció a Isaac por segunda vez, le dijo que no temiera, y renovó las promesas que ya le había hecho.
En Génesis 26, Dios le demuestra a Isaac que tenía la intención de permanecer fiel a las promesas que le había hecho a Abrahán incluso después de que muriera, aún mientras Isaac y su casa se establecieron en la tierra de los filisteos. Al igual que Abrahán, Isaac acaba mintiendo y diciendo que su esposa era en realidad su hermana, algo que casi trajo consigo grandes problemas para Abimelec y su reino. Aún así, Dios bendijo a Isaac con abundancia hasta el punto de que Abimelec le pidio a Isaac que se fuera porque se había vuelto demasiado poderoso. Después de formar parte de continuas disputas sobre quien era el dueño de varios pozos, Abimelec e Isaac finalmente hacieron un pacto de paz.