Capítulo

Mateo 5:19

LBLA Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.
NBLA “Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.
NVI Todo el que infrinja uno solo de estos mandamientos, por pequeño que sea, y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos; pero el que los practique y enseñe será considerado grande en el reino de los cielos.
RV1960 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.
JBS De manera que cualquiera que desatare uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñare a los hombres, muy pequeño será llamado en el Reino de los cielos; mas cualquiera que los hiciere y los enseñare, éste será llamado grande en el Reino de los cielos.

¿Qué significa Mateo 5:19?

Los versículos 19 y 20 de este pasaje les plantean algunos desafíos a varias tradiciones e interpretaciones del texto. Jesús ha declarado que ha venido a cumplir el propósito del Antiguo Testamento, no a rechazarlo (Mateo 5:17–18). La ley no pasará hasta que todo se haya cumplido; hasta que el cielo y la tierra se acaben.

Ahora Jesús especifica además que a sus oyentes se les prohíbe ignorar los mandamientos de la ley y los de los profetas, ya sean sus enseñanzas o la manera en que viven sus vidas. Los que no se toman en serio los mandamientos de la ley serán considerados muy pequeños en el reino de los cielos. Los que los guarden y los enseñen serán considerados grandes en el reino. Para entender completamente esta declaración, se debe leer cuidadosamente en contexto con el resto de las Escrituras.

Lo primero es que Jesús no dice que uno debe guardar los mandamientos para alcanzar el cielo. Parte de este discurso nos explica que el esfuerzo humano nunca será lo suficientemente bueno como para hacerlo (Mateo 5:20). Además, Jesús es muy claro acerca de que la salvación viene a través de la fe, no a través del buen comportamiento (Juan 17:3). Una lectura cuidadosa del texto nos muestra que Jesús está hablando de que ambas personas, tanto los que obedecen como los que no obedecen la ley de Moisés, estarán en el reino de los cielos. La idea que se comparte aquí trata sobre las recompensas o el estatus que las personas tendrán en ese reino.

Asimismo, la aplicación de la enseñanza de Jesús a lo largo del Nuevo Testamento es que aquellos y aquellas que creen en Jesús no están obligados a seguir la ley de Moisés para ser bienvenidos en la familia de Dios a través de la fe en Cristo. Tal y como Pablo les dirá a los seguidores de Jesús en Romanos 7:4–6:

"Así también ustedes, hermanos míos, por medio del cuerpo de Cristo han muerto a la ley, para pertenecer a otro, al que resucitó de los muertos, a fin de que demos fruto para Dios. Porque mientras vivíamos en la carne, las pasiones pecaminosas estimuladas por la ley actuaban en nuestros miembros y producían frutos que llevan a la muerte. Pero ahora que hemos muerto a su dominio, estamos libres de la ley, y de ese modo podemos servir en la vida nueva del Espíritu y no bajo el viejo régimen de la letra".

¿Por qué, entonces, haría Jesús una declaración tan fuerte acerca de no dejar de lado las leyes del Antiguo Testamento? Algunos eruditos sugieren que Jesús estaba enfatizando que la ley permanecía plenamente vigente en ese momento, por lo que la obediencia a Dios en todos los aspectos de la vida y la práctica judía aún tenía mucha importancia. Jesús murió por los pecados de las personas y venció a la muerte a través de la resurrección, pero eso todavía no había ocurrido, y tales eruditos sugieren que la conversación cambió después de la resurrección.

Otros nos presentan una explicación con más posibilidades de que sea cierta: una vez se alcanza una comprensión total y completa de la ley, se nos hace imposible rechazarla o descartarla. En un sentido amplio, los cristianos nunca deben aceptar cualquier tipo de antinomismo, la creencia de que no se debe aplicar ninguna regla en absoluto. Las enseñanzas de Cristo, por ejemplo, nunca se plantean como si fueran una opción para los verdaderos creyentes (Juan 14:15). La ley de Moisés tenía un propósito y una audiencia específicos: eso no había ni ha cambiado. Una vez que se completaron todas las cosas, esos mandamientos no fueron "abolidos", sino "que se cumplieron" (Hebreos 9:10–11; 10:1–4). La intención de Jesús no fue desechar ninguna parte de los mandamientos de Dios, sino ayudar a la gente a entenderlos de la manera que se suponía que debían ser entendidos.
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