Capítulo
Verso

Génesis 17:1

LBLA Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el SEÑOR se le apareció, y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso ; anda delante de mí, y sé perfecto.
NBLA Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el SEÑOR se le apareció, y le dijo: “Yo soy el Dios Todopoderoso; Anda delante de Mí, y sé perfecto.
NVI Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el SEÑOR se le apareció y le dijo: ?Yo soy el Dios Todopoderoso. Vive en mi presencia y sé intachable.
RV1960 Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto.
JBS Y siendo Abram de edad de noventa y nueve años, el SEÑOR se le apareció, y le dijo: Yo soy el Dios todo poderoso; anda delante de mí, y sé perfecto.

¿Qué significa Génesis 17:1?

La historia de Abrán avanza ahora 13 años desde el final del capítulo anterior. Hasta donde sabemos, Abrán no ha tenido noticias de Dios durante este tiempo, al menos de alguna manera especial, desde el nacimiento de su hijo Ismael, quien a su vez era hijo de la sirvienta de Saraí, Agar. El Señor ahora se le aparece a Abrán con 99 años, quien quizás había llegado a la conclusión de que Ismael era el hijo de las promesas del pacto que Dios le había hecho. Dios le aclarará a Abrán que eso no era así.

Por primera vez en las Escrituras, Dios se refiere a sí mismo como "Dios Todopoderoso", con el nombre El Shaddai. Este es un nombre destinado a establecer el poder de Dios en la tierra, incluso sobre la naturaleza, y en la vida de Abrán y Saraí. Dios comienza este nuevo contacto con Abrán dándole dos órdenes: camina delante de mí fielmente y sé perfecto. Literalmente, Dios le ordena a Abrán que camine en la presencia del Señor constantemente y que tenga un carácter tan bueno ante Dios que Dios mismo no pueda acusarle de haber hecho nada malo.

Esto difiere sutilmente de las otras ocasiones en las que Dios le expresó Sus promesas a Abrán. Dios comienza esta conversación poniendo expectativas sobre Abrán para que viviera una vida digna y merecedora de este pacto que había hecho con Dios. En realidad, no deberíamos concluir que Abrán era perfecto y que nunca pecó, o que incluso podría llegar a ser perfecto después de todo. Esto solo significa que Dios esperaba que Abrán centrara cada aspecto de su vida en honrar al Señor.
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