¿Qué significa Génesis 1:7?
En el versículo anterior, Dios pronunció palabras con la capacidad de crear cosas, y en este versículo Dios mismo cumple esas palabras al pie de la letra. Durante toda la Biblia, los conceptos de Dios diciendo algo y Dios haciendo algo van juntas de la mano. En este caso, se crea la atmósfera, o el cielo, o la bóveda, según la traducción, la cual se coloca entre los mares de abajo y alguna capa de "aguas" de arriba. El término hebreo que se usa en ambos versículos es rā'qi'a, que implica algo que levanta otra cosa o la sostiene. La imagen conceptual del pensamiento hebreo era que había aguas abajo y aguas arriba, separadas por la "bóveda" del cielo. Los eruditos han ofrecido varias interpretaciones de lo que se supone que representan las aguas sobre la bóveda.La capacidad de Dios para crear se subestima un poco aquí usando la frase hebrea wa yehi kēn, que literalmente significa "y así fue". Aunque se trate la existencia de Dios como algo obvio y necesario (Éxodo 3:14), Su poder y habilidad tampoco reciben la atención que merecen. Más bien, el enfoque está simplemente en el hecho de que Dios tenía la intención de crear, declaró Su intención y luego lo que Él pretendía que ocurriera realmente sucedió. Independientemente de la interpretación, esta idea básica no puede separarse del texto bíblico.
Génesis 1:1–13 describe los primeros tres días de la creación. Estos siguen un patrón común. Primero, Dios habla, luego crea, luego nombra Su creación, y luego declara que la creación es "buena". Finalmente, se nombra el número de cada día en orden. Cada uno de estos primeros tres días prepara la creación para lo que Dios creará en los segundos tres días. El primer día crea la luz, la noche y el día, preparándose para el sol y la luna en el cuarto día. El segundo día crea los océanos, preparándose para las criaturas marinas el quinto día. El tercer día crea la tierra y las plantas, preparándose para la creación de los animales y los humanos durante el sexto día.
Génesis 1 es nada más y nada menos que una afirmación escueta de que Dios creó el universo. Dejando a un lado todos los debates sobre modelos e interpretaciones, el capítulo insiste innegablemente en una cosa: Dios quiere que todo el mundo lo reconozca como el Creador de todas las cosas. Escrito en el idioma hebreo original de acuerdo con una estructura poética establecida, el capítulo se desarrolla a través de una serie de patrones y revelaciones. Para aquellos que creen en estas palabras, nuestra respuesta debe ser nada menos que adorar a nuestro Creador.