Capítulo
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16
Verso

Romanos capitulo 8

La Biblia de las Américas

Nueva Biblia de las Américas

Nueva Versión Internacional

Reina-Valera 1960

Biblia del Jubileo

1Así que ahora, ninguna condenación hay para los que están en el Ungido, Jesús, que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2Porque la ley del Espíritu de vida en el Ungido, Jesús, me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y por el pecado, condenó al pecado en la carne; 4para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 5Porque los que son conforme a la carne, las cosas que son de la carne saben; mas los que conforme al Espíritu, las cosas que son del Espíritu. 6Porque la prudencia de la carne es muerte; mas la prudencia del Espíritu, vida y paz; 7por cuanto la prudencia de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede. 8Así que, los que son carnales no pueden agradar a Dios. 9Mas vosotros no sois en la carne, sino en el Espíritu, por cuanto el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu del Cristo, el tal no es de él. 10Pero si el Cristo está en vosotros, el cuerpo a la verdad es muerto a causa del pecado; mas el espíritu vive a causa de la justicia. 11Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó a Jesús el Cristo de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. 12Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; 13porque si viviereis conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu mortificáis las obras del cuerpo, viviréis. 14Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios. 15Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar (otra vez) en temor; mas habéis recibido el Espíritu de adopción (de hijos), por el cual clamamos, ¡Abba, Padre! 16Porque el mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. 17Y si hijos, también herederos; ciertamente de Dios, y coherederos con el Cristo; si empero padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. 18Porque tengo por cierto que lo que en este tiempo se padece, no es de comparar con la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada. 19Porque la esperanza solícita de las criaturas espera la manifestación de los hijos de Dios. 20Porque las criaturas sujetas fueron a vanidad, no de su voluntad, sino por causa del que las sujetó, 21con esperanza que también las mismas criaturas serán libradas de la servidumbre de corrupción en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. 22Porque ya sabemos que todas las criaturas gimen (a una), y (a una) están de parto hasta ahora. 23Y no sólo ellas, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos esperando la adopción, es a saber, la redención de nuestro cuerpo. 24Porque en esperanza somos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, no lo espera. 25Pues si lo que no vemos lo esperamos, por paciencia lo esperamos. 26Y asimismo también el Espíritu nos ayuda en nuestra flaqueza; porque orar como conviene, no lo sabemos; sino que el mismo Espíritu demanda por nosotros con gemidos indecibles. 27Mas el que escudriña los corazones, sabe qué es el deseo del Espíritu, que conforme a Dios, demanda por los santos.
28Y ya sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, a los que conforme al Propósito son llamados (a ser santos). 29Porque a los que antes conoció, también les señaló desde antes el camino para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el Primogénito entre muchos hermanos; 30Y a los que les señaló desde antes el camino, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificará. 31¿Pues qué diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién será contra nosotros? 32El que aun a su propio Hijo no escatimó, antes lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? 33¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que los justifica. 34¿Quién es el que los condenará? El Ungido, Jesús, es el que murió; más aun, el que también resucitó, quien además está a la diestra de Dios, el que también demanda por nosotros. 35¿Quién nos apartará de la caridad del Cristo? ¿tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o cuchillo? 36(Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos estimados como ovejas de matadero.) 37Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por aquel que nos amó. 38Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar de la caridad de Dios, que es en el Ungido, Jesús, Señor nuestro.

¿Qué significa Romanos capitulo 8?

Romanos 8 es uno de los capítulos más queridos de todas las Escrituras. Pablo comienza y termina este pasaje con afirmaciones acerca de la seguridad absoluta que tienen aquellos que están en Cristo. Primero, no hay ninguna condenación, en absoluto, para aquellos en Cristo. Por último, nada podrá separarnos del amor que Dios tiene por nosotros en Cristo; con esto, se refiere a aquellos que se han salvado a través de su fe en Jesús (Romanos 3:23–26). Tal y como aclaran las Escrituras, la promesa de la salvación solo se les ofrece a aquellos que creen en Cristo (Juan 3:16–18). Aquellos que rechazan a Jesús rechazan a Dios (Juan 8:19) y no serán salvos (Juan 3:36). Para aquellos que llegan a la fe en Cristo, su salvación está absolutamente garantizada (Juan 10:28–29). Las dificultades pueden poner a prueba su fe y fortalecerla (Hebreos 12:3–11), pero nunca implican que Dios los haya abandonado (1 Juan 3:1). Ahora Pablo explica por qué todo esto es verdad.

Pablo nos ofrece otra explicación simple del evangelio: las buenas nuevas de Dios sobre la vida de Su Hijo en la tierra y la existencia de la muerte en la tierra debido a nuestros pecados. El sacrificio de Jesús permitió que se cumpliera la ley y se hiciera justicia por el pecado humano. A los que llegan a la fe en Cristo se les describe como personas que viven de acuerdo con el Espíritu Santo de Dios; dejamos de vivir según la carne, mientras que los no cristianos continúan viviendo según la carne. Los que viven según la carne, lo cual significa vivir la vida anteponiendo el ego antes que a todo lo demás, están en una situación de hostilidad contra Dios, y por eso no pueden servirlo y adorarlo (Romanos 8:1–8).

El Espíritu de Dios vive en cada cristiano. Si alguien no tiene el Espíritu, entonces esa persona no es cristiano o cristiana. El Espíritu que Dios nos dio es el mismo Espíritu Santo que levantó a Cristo de entre los muertos; el mismo espíritu que también nos resucitará después de que estos cuerpos destrozados por el pecado hayan muerto (Romanos 8:9–11).

Este Espíritu de Dios no es un espíritu de esclavitud. Dios no nos salvó simplemente para obligarnos a cumplir Sus órdenes. En cambio, este Espíritu es un espíritu de adopción. Dios nos convierte en sus hijos y en sus hijas. Su Espíritu nos hace capaces de clamar a Dios como un niño clama a su padre. Puesto que somos herederos de Dios, compartiremos todas las glorias del reino de Dios con Cristo para siempre (Romanos 8:12–17).

También compartimos el sufrimiento de Cristo, incluido el sufrimiento diario de vivir en este planeta, el cual está lleno de pecado. Pablo se apresura a decir que no vale la pena comparar nuestro sufrimiento en esta vida con las glorias de la eternidad, pero no dice que este sufrimiento no duela o no sea difícil de tratar en ocasiones. De hecho, Pablo dice que gemimos junto con toda la creación bajo las consecuencias del pecado. Todos estamos esperando. La creación espera a que los hijos de Dios sean revelados y que todo vuelva a ser correcto una vez más. Nosotros, los hijos de Dios, esperamos a que nuestra adopción se complete en la redención de nuestros cuerpos. Cuando eso suceda, podremos estar con nuestro Padre (Romanos 8:18–25).

Hasta entonces, esperamos y sufrimos, aunque no lo hacemos solos. Dios está con nosotros espiritualmente en la forma de Su Espíritu Santo, quien nos ayuda de muchas formas diferentes. Por un lado, nos ayuda a llevar nuestras oraciones, incluso las que no tienen forma, a los oídos de Dios. El Espíritu intercede por nosotros ante un Dios que escudriña nuestros corazones (Romanos 8:26–27).

Mientras esperamos, también podemos estar absolutamente seguros de una cosa: Dios siempre está con nosotros. Dios dispone todas las circunstancias para el bien de los que lo aman. Dios nos eligió antes de que lo conociéramos y nos destinó a ser llamados, justificados y glorificados (Romanos 8:28–30).

El hecho de que Dios esté a nuestro lado significa que nadie podrá presentar ninguna acusación contra nosotros. Dios ya nos ha justificado. Cristo está intercediendo por nosotros en el sentido de que pagó por todos y cada uno de los pecados con Su propia sangre (Romanos 8:31–36).

Eso nos devuelve al punto de partida: nada puede separarnos, sin importar cuán terrible sea, sin importar cuán poderoso sea, del amor que Dios siente por nosotros en Cristo (Romanos 8:37–39).
Expand
Expand
Expand
¿Qué es el evangelio?
Download the app:
BibleRef.com is a ministry of