Capítulo
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Verso

Romanos 8:38

LBLA Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes,
NBLA Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes,
NVI Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes,
RV1960 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
JBS Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,

¿Qué significa Romanos 8:38?

Pablo no quiere que sus lectores sientan ni una pizca de inseguridad sobre el amor que Dios siente por ellos en Cristo. Pablo nos ha dado la razón por la que Dios está con nosotros, los cristianos. Pablo ya ha compartido una lista de las peores cosas que le pueden suceder en esta vida para dejar claro que ninguna de ellas demuestra que Cristo pudiera haber dejado de amarnos (Romanos 8:31–37). Esas cosas pueden suceder, pero tal y como escribió en el versículo anterior, no pueden separarnos del amor de Dios. Aquellos que se salvan a través de la fe en Cristo (Romanos 3:23–26; Juan 3:16–18) pueden perseverar continuamente en el poder de Su Espíritu.

Ahora, Pablo comienza una nueva lista. Esta lista cubre prácticamente todo lo que cualquiera pudiera pensar que pudiera desafiar el amor que Dios siente por Sus elegidos (Romanos 8:29–30). Pablo comienza con la muerte, que para el creyente en Cristo solo significa estar a un paso más cerca de obtener la gloria de Dios (2 Corintios 5:8). Pablo continúa incluyendo la vida, los ángeles y los principados. Este último concepto proviene de la palabra griega archai, que generalmente se usa para referirse a un líder político o magistrado, y a menudo se les aplica a ciertos tipos de demonios. En otras palabras, absolutamente nada, ya sea natural en esta tierra, o sobrenatural del cielo o del infierno, podría provocar que Dios dejara de amarnos.

Pablo continúa con su lista, y ahora nombra tanto el presente como el futuro. De hecho, nada de lo que pueda suceder ahora o mañana o dentro de mil años podría cambiar el amor que Dios siente por nosotros en Cristo. A continuación, Pablo enumera las "potestades", refiriéndose a poderes sobrenaturales como Satanás y sus demonios o gobiernos terrenales como Roma.

Al final resultó que, hasta donde sabemos, Pablo mismo fue finalmente asesinado por las "potestades" del gobierno romano. Sin embargo, no lo "conquistaron", ni tampoco lo separaron del amor que Dios ya sentía por él, en Cristo.
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