Capítulo
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Verso

Romanos 8:15

LBLA Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre !
NBLA Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que han recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: “¡Abba, Padre!”
NVI Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «¡Abba! ¡Padre!»
RV1960 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
JBS Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar (otra vez) en temor; mas habéis recibido el Espíritu de adopción (de hijos), por el cual clamamos, ¡Abba, Padre!

¿Qué significa Romanos 8:15?

Romanos 8:15 es uno de los versículos más hermosos de las Escrituras, uno en el que se habla sobre la relación que tenemos con Dios a través de la fe en Cristo. En este versículo se describe cómo ha cambiado Dios la relación de cada cristiano tiene con Él a través del poder del Espíritu Santo.

En el versículo anterior, Pablo escribió que todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son sus hijos. Ahora lo explica más específicamente. Al principio de esta carta a los Romanos, Pablo escribió que mediante la fe en Cristo somos libres de la esclavitud del pecado y que nos convertimos en "siervos de la justicia" (Romanos 6:18) o "siervos de Dios" (Romanos 6:22). Pablo no se está alejando de eso en este versículo. La palabra que se usa para siervos, doulos, describe lo que una vez se conocía como un "servicio por contrato": cuando una persona juraba su lealtad para permanecer al servicio de un amo específico.

Aquí, sin embargo, Pablo nos asegura que Dios no nos ve como sus esclavos o incluso como buenos siervos, ya que Él mismo no nos liberó de la esclavitud del pecado simplemente para añadirnos a Su familia; por lo tanto, nos rescató del pecado para convertirnos en sus hijos. Eso involucra al Espíritu Santo.

Dios no nos dio un espíritu de esclavitud al ofrecernos el Espíritu Santo. Los esclavos que son maltratados a menudo viven con miedo de sus amos, y esa no es la relación que Dios quiere tener con nosotros. No, insiste Pablo, Dios nos dio el Espíritu de adopción como hijos suyos. En otras palabras, Dios cambió legalmente el estatus de aquellos que vienen a Él por fe en Cristo para que se convirtieran en Sus hijos e hijas.

Esta no es tampoco una relación de padre/hijo que pudiera ser distante o tensa. Este Espíritu de adopción, otro nombre que se utiliza para referirse al Espíritu Santo, nos permite clamar a Dios como los niños pequeños claman a un padre amoroso. La palabra Abba es una adaptación griega de la palabra aramea para padre. A menudo, era la palabra que los niños pequeños usaban para decir "papá". Esa es la relación que Dios quiere tener con nosotros, y Dios mismo la ha hecho posible a través del Espíritu.
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