¿Qué significa Romanos 8:25?
Pablo ha estado describiendo tanto nuestro estado actual como nuestro futuro como cristianos. Nuestro futuro es la gloria, todo se arreglará, nuestra fe será reivindicada ante el mundo y nuestros cuerpos redimidos nos permitirán estar con nuestro Padre para siempre.En nuestro estado actual, sin embargo, añoramos que ese día llegue tan pronto como sea posible. Por ahora, tenemos que sufrir las realidades de la vida y todas las consecuencias del pecado en este lado de la eternidad. Nuestra esperanza está asegurada, pero por definición aún no ha llegado.
Ahora Pablo nos describe, a los cristianos, como personas que esperan con paciencia una esperanza que no podemos ver con nuestros ojos; de hecho, puede que no siempre sintamos este anhelo con tanta intensidad o con tanta paciencia. Aún así, ser cristiano en esta vida significa esperar con paciencia una realidad que será mejor que cualquier realidad que ninguno de nosotros se pudiera imaginar. Por lo tanto, podemos confiar en que nuestro Padre la hará realidad en el momento adecuado.
Romanos 8:18–30 habla de cómo los cristianos experimentan y deben entender el sufrimiento cotidiano, un sufrimiento que de hecho toda la creación experimenta también. Todos gritamos de dolor juntos como una mujer de parto mientras esperamos a que Dios revele a Sus hijos. Al ser Sus hijos, estamos esperando a que el Padre complete nuestra adopción redimiendo nuestros cuerpos para que podamos estar con Él. El Espíritu de Dios nos ayuda mientras esperamos, llevando nuestras oraciones hasta Dios; confiamos en que Dios usa todas las circunstancias de nuestra vida para llevar a cabo sus propósitos y que nos ha elegido desde hace mucho tiempo para ser sus hijos.
Romanos 8 comienza y termina con declaraciones acerca de la absoluta seguridad que los cristianos tienen ante Dios: no hay condenación para los que están en Cristo, y nada podrá separarnos de Su amor. Habiendo creído en el evangelio, ahora vivimos en el Espíritu de Dios. Eso nos permite llamar a Dios Abba, Padre. Sufrimos con Cristo y sufrimos junto con toda la creación mientras esperamos que Dios nos revele como Sus hijos. Con la ayuda del Espíritu, confiamos en que Dios está con nosotros y nos ama en Cristo.