Capítulo
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Marcos 9:25

LBLA Cuando Jesús vio que se agolpaba una multitud, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te ordeno: Sal de él y no vuelvas a entrar en él.
NBLA Cuando Jesús vio que la gente corría a reunirse, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: “Espíritu mudo y sordo, Yo te ordeno: sal de él y no vuelvas a entrar en él.”
NVI Al ver Jesús que se agolpaba mucha gente, reprendió al espíritu maligno. ?Espíritu sordo y mudo —dijo—, te mando que salgas y que jamás vuelvas a entrar en él.
RV1960 Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.
JBS Cuando Jesús vio que la multitud concurría, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.

¿Qué significa Marcos 9:25?

La razón por la que la aparición de una multitud acelera las acciones de Jesús no está del todo clara. Ya estaban rodeados de una gran cantidad de personas (Marcos 9:15), pero comenzaron a acercarse muchas personas más. A diferencia del hombre sordo (Marcos 7:33) y el hombre ciego (Marcos 8:23), aparentemente no hay tiempo para alejar al niño y llevárselo hasta un lugar más tranquilo.

En realidad, no sabemos exactamente dónde están Jesús y los discípulos. Sí sabemos que están a siete días de Cesarea de Filipo, la cual se sitúa muy al norte de Betsaida y el Mar de Galilea, y a un día de una montaña alta (ver Marcos 8:27; 9:2; Lucas 9:37). Tendrán que viajar por al menos parte de Galilea para llegar a Cafarnaún (Marcos 9:30, 33). Sin embargo, Su ministerio en Galilea había terminado (Marcos 8:12–13), y durante bastante tiempo, Jesús ha estado tratando de encontrar lugares tranquilos para enseñarles a los discípulos, incluso cuando continúa sanando voluntariamente a las personas que se cruzan por Su camino.

Por lo tanto, es probable que Jesús interrumpa Su lección acerca de la fe para tratar con el demonio antes de que otra multitud pudiera saturarle (Marcos 3:7; 4:1). Aunque sería bueno para la multitud aprender más acerca del hecho de tener fe en Dios, es más importante que Jesús tenga la oportunidad de enseñarles a los discípulos lo que necesitan saber para desarrollar la futura iglesia. Por lo tanto, no hay otra opción sino enseñarles una lección rápida y directa expulsando al demonio.

Esta puede ser la única vez que Jesús expulsa a un demonio y le exige que no regrese. Jesús ha dejado claro que una persona que ha sido liberada de un demonio no debería sorprenderse si el demonio reapareciera con otros espíritus (Mateo 12:43–45). La única cura permanente para una persona liberada de una posesión demoníaca es aceptar el Espíritu Santo. No obstante, podemos estar seguros del hecho de asumir que este demonio acabó obedeciendo la orden de Jesús.
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