Capítulo
Verso

Génesis 25:8

LBLA Abraham expiró, y murió en buena vejez, anciano y lleno de días, y fue reunido a su pueblo.
NBLA Abraham murió en buena vejez, anciano y lleno de días, y fue reunido a su pueblo.
NVI y murió en buena vejez, luego de haber vivido muchos años, y fue a reunirse con sus antepasados.
RV1960 Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años, y fue unido a su pueblo.
JBS Y expiró, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de días y fue unido a su pueblo.

¿Qué significa Génesis 25:8?

Tal y como lo reveló el versículo anterior, Abrahán tenía 175 años cuando dio su último suspiro. Su vida estuvo marcada por las bendiciones de Dios, entre las que se incluían el hecho de que su vida fue extraordinariamente larga en comparación con la esperanza de vida de su época (Génesis 6:3). Aquí se nos dice que era un anciano y, poéticamente, que estaba "lleno de años".

Es importante señalar que Abrahán es una de las figuras más claves de toda la historia. Tal y como este capítulo nos deja claro, él fue el antepasado principal de muchas tribus y naciones del Medio Oriente, incluido Israel. De hecho, tres de las religiones más influyentes en la historia de la humanidad —el cristianismo, el judaísmo y el islam— reclaman a Abrahán como su patriarca espiritual. La vida de Abrahán marca el comienzo del plan de Dios para crear un pueblo que fuera suyo y, finalmente, hacer que de ese pueblo surgiera el Mesías que traería la salvación de todas las naciones del mundo.

Aún así, aunque es una figura tan importante y trascendente, Abrahán llevó la vida de un nómada. Abrahán fue bendecido de muchas maneras, pero vivió sus días en la Tierra Prometida en tiendas de campaña, y se movía de un lado a otro continuamente. A pesar de las promesas que Dios le hizo de darle a su pueblo la tierra de Canaán, Abrahán murió siendo dueño de una tierra que consistía solo en un pozo, un campo y la cueva en la que sería enterrado, tal y como se describe en el siguiente versículo.

Sin embargo, aparentemente vivió para ver el nacimiento de sus nietos gemelos, una señal alentadora de que Dios estaba cumpliendo Sus promesas también con las próximas generaciones. Génesis 25:26 nos dice que Isaac tenía 60 años cuando nacieron Jacob y Esaú. Por lo tanto, Abrahán habría tenido unos 160 años en ese momento (Génesis 21:5), algo que le daría la oportunidad de ver a los niños crecer desde la niñez antes de morir.
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