¿Qué significa Santiago 2:4?
Santiago nos ha presentado una situación en la que los cristianos estaban mostrándole favoritismo a una persona rica por encima de a una pobre. En la actualidad, esto podríamos llamarlo discriminación. En este ejemplo particular, Santiago les ordena a los cristianos que no discriminen a los pobres en favor de los ricos. Durante los versículos anteriores, Santiago dijo que las personas que confían en Cristo, el glorioso Señor Jesucristo, no deben mostrar ningún tipo de favoritismo hacia nadie. Luego, Santiago propuso una situación que bien pudo haber sucedido en algunas reuniones de cristianos: dos personas de estatus diferentes llegando a la reunión. Después de todo, en una cultura como la de Santiago, esto podría haber ocurrido muy a menudo.A las personas más ricas y poderosas de esa sociedad se les daban lugares de honor y atención especial durante las reuniones. La gente pobre y sucia se alegraba simplemente cuando se les permitía quedarse en un rincón o incluso sentarse en el suelo. Tal y como ocurre en la actualidad, mucha gente favorece a las personas ricas porque esas personas pueden darte cosas como dinero, poder o influencia, mientras que los pobres no pueden hacer nada por ti, al menos no en términos de ayudas materiales o estatus.
Lo que Santiago quiere decir es que las personas que confían en Jesús deben confiar en que Él nos dará todo lo que necesitamos, y por tanto, no necesitan el favor de los ricos. De este modo, pueden darse el lujo de tratar a los pobres y a los ricos de igual manera. Imagínese lo que una actitud así habría causado dentro de una cultura en la que a los pobres siempre se les trataba mal.
Ahora, Santiago hace una afirmación en forma de pregunta para decir que este tipo de favoritismo es profundamente pecaminoso. Los cristianos que muestran este tipo de parcialidad revelan su falta de fe, y que no confían en que Dios quiere de igual manera a todos Sus hijos en Cristo. Cuando actuamos con prejuicios demostramos que realmente no creemos que los cristianos que son pobres en esta vida serán herederos de las riquezas de la gloria de Dios para siempre, tal y como lo harán muchos cristianos que son ricos en esta vida. En cambio, nos convertimos en jueces, distinguiendo quién es digno de honor y atención y quién no. Este tipo de discriminación revela que nuestra forma de pensar es malvada y emana del mundo, no de Dios.