Capítulo
Verso

Mateo 15:30

LBLA Y vinieron a El grandes multitudes trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos y los pusieron a sus pies y El los sanó ;
NBLA Y vinieron a El grandes multitudes trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos y los pusieron a Sus pies y El los sanó;
NVI Se le acercaron grandes multitudes que llevaban cojos, ciegos, lisiados, mudos y muchos enfermos más, y los pusieron a sus pies; y él los sanó.
RV1960 Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó;
JBS Y llegaron a él muchas personas, que tenían consigo cojos, ciegos, mudos, mancos, y muchos otros enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó;

¿Qué significa Mateo 15:30?

Jesús se fue de Galilea y Él y Sus discípulos se fueron a la región gentil de Decápolis, la cual se situaba en el sureste del Mar de Galilea. Es posible que en la región de Tiro y Sidón no lo conocieran, aunque al menos una mujer allí sí que supo exactamente quién era (Mateo 15:21–23). La gente de la zona de Decápolis sí pareció estar más familiarizada con Él. Hubo muchas personas que comenzaron a acercarse al monte donde Jesús decidió sentarse.

Es probable que estas multitudes estuvieran compuestas en su mayoría por gentiles: personas que no eran judíos, personas que no formaban parte del pueblo elegido de Dios. Sin embargo, había muchas personas entre ellos que eran cojos, ciegos, mancos, mudos o estaban sufriendo algún tipo de aflicción. Debido a que sabían que Jesús podía sanarlos, todos ellos se acercaron a Él, y Jesús los sanó.

Jesús le dijo a la mujer cananea, quien tenía una hija que estaba siendo oprimida por el demonio, que Él había sido enviado para ayudar a Israel y no a los gentiles (Mateo 15:24–26), al menos por ahora. Sin embargo, acabó sanando a su hija (Mateo 15:27–28). El encuentro con la mujer cananea pareció representar un momento de enseñanza muy importante para los discípulos. Jesús no dudó en sanar a todos los que se le acercaron, algo que nos recuerda que Dios también siente una compasión enorme por los gentiles. De hecho, Cristo, quien habló sobre el pan y las migajas cuando habló con la mujer cananea, acabó alimentando milagrosamente a todos los gentiles que se reunieron allí (Mateo 15:32–39), tal y como lo hizo a través del milagro con el que alimentó a casi 20.000 personas del pueblo de Israel (Mateo 14:13–21).
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