¿Qué significa Mateo 15:26?
Para evitar a las multitudes y a los líderes religiosos por un tiempo, Jesús se fue al distrito gentil de Tiro y Sidón. Es probable que estuviera exhausto en este momento de Su ministerio (Mateo 13:1–2; 14:13–14, 34–36).De alguna manera, una mujer cananea creyente lo encontró allí. Ella no era judía, pero probablemente creía que Él era el Mesías y que Él podía expulsar a un demonio de su hija (Mateo 15:21–23). Jesús se negó porque Su misión, por ahora, se centraba en los israelitas (Mateo 15:26). Lo que Jesús dice en este versículo a menudo se saca fuera de contexto, y se malinterpreta como si fuera algo despectivo. Sin embargo, es justo lo contrario: Jesús tenía un propósito para este diálogo (Mateo 15:28).
Sin embargo, quizás a la mujer le costó digerir esas palabras. Aparentemente, la intención de Cristo era poner a prueba el compromiso que la mujer había puesto en lo que le estaba pidiendo que hiciera y la fe que tenía en Él. Los judíos a veces llamaban "perros" a los gentiles para mostrarles su falta de respeto. Los perros en el antiguo Medio Oriente corrían en manadas y eran carroñeros. Los judíos, en general, no los consideraban mascotas ni animales amistosos.
Sin embargo, la palabra que usa Jesús no es tan dura como suena cuando se traduce al español. El término griego que usa, kynariois, significa literalmente "perrito". En el contexto de los niños y la comida, esto parece hacer una referencia a una mascota, no a un perro salvaje; quizás en las regiones gentiles se trataban mejor a los perros.
En realidad, no hay duda de que el simbolismo que Jesús usa aquí habla de los israelitas como si fueran los hijos de Dios, y a esta mujer, o su hija, se la considera como un "perrito". Sin embargo, Jesús no estaba tratando de herir sus sentimientos. Jesús estaba comparando la naturaleza de la relación que Dios tiene con Israel, Su pueblo elegido, con la que tiene con aquellas personas que practicaban cualquier otro tipo de idolatría pagana. Jesús dice esto para poner a prueba la humildad y la fe de la mujer, sabiendo que pronto la recompensaría (Mateo 15:28).
Mateo 15:21–28 describe un encuentro que hubo entre Jesús y una mujer gentil. Ella sabía que Jesús era el Mesías y le dijo que estaba siendo oprimida severamente por un demonio. Al principio, Jesús decidió no expulsarlo. Jesús le dice a la mujer que Su misión principal era Israel usando una metáfora sobre las sobras de la mesa. La mujer persistió, y Jesús la alabó por la fe que tenía. Al final, la mujer (a la que se le llama "hija") se curó instantáneamente. Este pareció ser un momento de enseñanza importante para los discípulos, ya que Jesús se fue hacia otra área donde había muchos otros gentiles y acabaría sanando a muchos durante el siguiente pasaje.
Algunos fariseos y escribas vinieron de Jerusalén para desafiar a Jesús. Se habían ofendido porque Sus discípulos rompieron la tradición de los líderes religiosos sobre el ritual de lavarse las manos antes de las comidas. Entonces, ¡Jesús le dio la vuelta a ese ataque, y señaló que sus críticos honraban su propia tradición por encima de los mandamientos reales de Dios! Jesús dice que nadie se contamina por lo que entra por la boca, sino por la manera en que el espíritu se expresa, como las palabras que salen de la boca. Jesús y los discípulos deciden marcharse de Israel. Jesús expulsa a un demonio de la hija de una mujer cananea que fue muy persistente. Después viajan al lado sureste del Mar de Galilea, donde Jesús alimenta a miles de personas con unos pocos panes y unos peces. Estos dos últimos eventos fueron los que finalmente establecieron la eventual difusión del evangelio más allá del pueblo de Israel.