¿Qué significa Génesis 23:4?
Abrahán quiere convertirse en el dueño de una propiedad permanente que se convertiría en un lugar de enterramiento en la tierra de Canaán. Para ello, se acercó a los hititas, los legítimos dueños del lugar que deseaba comprar. Aquí, Abrahán describe su situación de forma clara y sencilla.Abrahán es un peregrino, un viajero, alguien que no era residente permanente de ningún lugar, por lo tanto, también era un extranjero. Este todavía no era su país, aunque Dios le había prometido que este país se convertiría en la tierra donde su descendencia finalmente habitaría. Entonces, aunque tuviera que pagar por esta tierra, Abrahán les estaba pidiendo que le dieran un lugar para enterrar permanentemente a sus muertos. Esto forma parte de la eventual posesión de la tierra por parte de Israel, ya que enterrar a un muerto en un lugar específico era un símbolo que representaba que alguien se convertía también en el propietario de ese mismo lugar.
Es posible que Abrahán estuviera de pie delante de estos hombres hititas todavía vestido con sus ropas rasgadas, con el cabello descuidado y cubierto de cenizas, después de que llorara por su esposa según las costumbres de esa época. Si eso pasó de esta manera, la razón por la que les estaba pidiendo esto habría sido evidente, y los hititas parecen escucharlo con un espíritu de buena voluntad, tal y como se describe en los siguientes versículos.
Génesis 23:1–20 comienza con la muerte de Sara, la esposa de Abrahán, a los 127 años. Esto nos hace deducir que Abrahán tenía 137 años e Isaac alrededor de 37 cuando Sara murió. Abrahán lloró por su esposa y luego se acercó a los hititas, quienes estaban asentados en la región de Hebrón, para comprar un lugar de entierro familiar permanente cerca de Mamre. Una vez que se completó esa transacción, Abrahán enterró a Sara en la tumba donde él mismo, su hijo y un nieto también serían enterrados más tarde.
A la edad de 127 años, Sara, la esposa de Abrahán, finalmente falleció. Ya que vivía en la región de Hebrón, cerca de Mamre, Abrahán se acercó a la gente local, los hititas, para comprar una cueva específica que quería usar como un lugar de entierro familiar permanente. Abrahán pidió una cueva que era propiedad de Efrón el hitita. Después de una negociación un poco extraña, Abrahán acepta comprar la cueva y un campo adjunto a ella por 400 siclos de plata. Finalmente, Abrahán acaba enterrando a Sara en esta cueva en Macpela en la tierra de Canaán. Gracias a esto, la ocupación permanente de la tierra de Canaán por parte del pueblo escogido de Dios había comenzado.