¿Qué significa Mateo 20:18?
Mateo nos ha recordado que, a pesar de los frecuentes desvíos que tuvo que hacer para enseñar y curar, Jesús seguía de camino a Jerusalén. Sin embargo, Jesús todavía no había llegado allí, ya que tenía más cosas que hacer antes de finalmente llegar a vivir la situación que describe en este versículo y en el siguiente.Jesús les dice a los discípulos que iba a morir con mucha más claridad que las dos veces anteriores (Mateo 16:21; 17:22–23). Jesús quería que entendieran exactamente lo que le iba a pasar y que Él había aceptado que Su destino era ese. Jesús no quería que se olvidaran de esto.
Cuando llegaran a Jerusalén, el Hijo del Hombre sería entregado a los principales sacerdotes y escribas, y lo condenarían a muerte. Jesús a menudo se refiere a sí mismo con el título "Hijo del Hombre" (Mateo 8:20; 9:6; 17:9). Jesús dice una vez más que será entregado a los líderes religiosos judíos. El hecho de que Él iba a ser condenado significa que Su muerte no sería un apedreamiento repentino o un empujón desde un precipicio. Jesús sabía que se enfrentaría a un proceso legal, y finalmente se dictaría un juicio deliberado de muerte en Su contra.
El hecho de que Jesús supiera que todo esto iba a ocurrir nos dice al menos dos cosas. Primero, nos deja claro que Jesús estaba totalmente comprometido tanto con cumplir con Su misión en la Tierra como con llevar a cabo la voluntad de Su Padre y demostrar el amor que Dios siente por el mundo (Juan 3:16). Jesús sabía lo que le iba a pasar. Segundo, Jesús demostró que tenía poder suficiente como para evitar que todo esto ocurriera; sin embargo, el hecho de que permitió que lo arrestaran y lo condenaran a muerte nos dice que Él no fue vencido, sino que permitió que lo vencieran en ese momento, para que así se cumpliera lo que había venido a hacer.
Mateo 20:17–19 es la tercera vez durante este evangelio (Mateo 16:21; 17:22–23) en la que Jesús describe lo que le iba a suceder cuando él y Sus discípulos llegaran a Jerusalén. El Hijo del Hombre, es decir, Cristo, sería entregado a Sus enemigos, los líderes religiosos judíos. Primero lo condenarían a muerte y luego se lo entregarían a los gentiles para que se burlaran de él, lo azotaran y lo crucificaran. Entonces, añade Jesús, el Hijo del Hombre resucitaría al tercer día. Jesús sabía exactamente lo que le iba a pasar, pero aun así, continuó dirigiéndose hacia Jerusalén para cumplirlo.
Jesús hace una ilustración acerca de Sus comentarios sobre la manera en que algunos de los "primeros serán los últimos, y los últimos, los primeros" (Mateo 19:30) con una parábola sobre unos trabajadores contratados. Luego les habla claramente a Sus discípulos acerca de su inminente muerte y resurrección. La madre de Jacobo y Juan le pide a Jesús que sus hijos obtengan posiciones importantes en Su reino. Jesús les dice a los discípulos que la verdadera grandeza no se alcanza haciendo alardes de autoridad tal y como lo hacen los líderes gentiles. En cambio, una persona se hace importante sirviendo a los demás, incluso de la manera que lo haría un esclavo, tal y como lo hizo el mismo Jesús. Luego, Jesús cura a dos ciegos inmediatamente antes de entrar en Jerusalén.