¿Qué significa Mateo 17:18?
Al igual que muchos escritores antiguos, Mateo a menudo se salta detalles y condensa los relatos en resúmenes cortos. Aunque Mateo es muy detallista a la hora de relatar lo que Jesús dijo, las interacciones y los milagros de Jesús parecen estar demasiado resumidas a veces. Mateo describe el exorcismo del demonio de este niño (Mateo 17:14–17) de manera muy simple: Jesús reprendió al demonio. El demonio se fue, y el niño se curó instantáneamente de los síntomas que el demonio le había estado causando. Marcos proporciona mucha más información sobre este incidente (Marcos 9:20–27). Cuando el demonio, desde el interior del niño, vio y reconoció a Jesús, hizo que el niño comenzara a tener convulsiones y se cayera al suelo, rodando y echando espuma por la boca.El padre le pidió a Jesús que tuviera compasión y le ayudara "si" Él podía. Jesús no deja pasar la duda que está implícita en esa afirmación. La duda es precisamente lo que le causó tanta exasperación durante Su ministerio en la Tierra (Mateo 17:17). Jesús le dijo al padre que todo es posible para el que cree. El padre respondió famosamente diciendo "¡Yo tengo fe, pero ayúdame a tener más!" (Marcos 9:24). Esta frase se ha convertido en una frase famosa a lo largo de la historia para las personas que se esfuerzan por entender su fe bajo el contexto de nuestro limitado entendimiento.
Jesús rápidamente expulsó al demonio del niño diciendo: "¡Espíritu mudo y sordo, te ordeno que salgas de Él y que no vuelvas a entrar en Él jamás!" (Marcos 9:25). El demonio convulsionó al niño una vez más y luego se fue. El niño parecía haberse muerto, pero Jesús lo tomó de la mano y el niño se levantó.
En Mateo 17:14–21, Jesús y tres de los discípulos regresan del monte alto, y se encuentran a una multitud que se había agolpado alrededor de los nueve discípulos que se habían quedado esperando abajo. Un padre desesperado le suplica a Jesús que sane a su hijo, quien estaba siendo afligido por demonios que le provocaban convulsiones y a menudo se caía al agua o al fuego. Los discípulos no pudieron expulsar al demonio (Marcos 9:14–29). Jesús, exasperado por la duda de Sus discípulos, reprendió al demonio y sanó al niño. Cuando le preguntaron, Jesús les dice a los discípulos que su fe era demasiado pequeña como para expulsar al demonio. Jesús dice que una fe tan pequeña como la semilla de una mostaza es suficiente como para mover una montaña. El versículo 21 es casi igual a Marcos 9:29, pero no se encuentra en los primeros manuscritos de Mateo.
Jesús se llevó a Pedro, Jacobo y a Juan hacia un monte alto. Allí, lo vieron "transfigurado" en Su forma divina y resplandeciente. También vieron a Cristo hablando con Moisés y Elías, pero Jesús les dice que no digan nada de esto hasta después de Su resurrección. Jesús sana a un niño que estaba siendo atormentado por un demonio después de que los discípulos no pudieron expulsarlo ellos mismos. Jesús les dice muy claramente a los discípulos que sería entregado en manos de hombres que finalmente lo matarían, pero que resucitaría al tercer día. Después de explicar la razón por la que él no debía pagar el impuesto del Templo, Jesús accede a pagarlo y le dice a Pedro que vaya a buscar el dinero dentro de la boca de un pez.