¿Qué significa Marcos 15:18?

Los romanos de esta época no comprenden ni respetan a los judíos. La religión grecorromana incluye un panteón de dioses entre los que uno puede elegir tantos como desee. Las ciudades, los hogares y las personas pueden decidir por sí mismos a quién adorar, y el emperador en activo se considera un dios en formación que alcanzará la deidad completa tras su muerte.

Los judíos, por el contrario, habían abandonado hacía mucho tiempo su culto a Baal y los postes de Asera. Desde su regreso del cautiverio en Babilonia, han trabajado duro para adorar a Dios y solo a Dios. Los romanos piensan que la devoción de los judíos a un Dios único e invisible también puede considerarse como un tipo de ateísmo. En realidad, no solo es una falta de respeto para el emperador, sino que se considera como algo retrasado y poco sofisticado.

En este momento, los judíos están esparcidos por todo el Imperio Romano, pero viven principalmente en Judea, Galilea y Perea. Pilato es el prelado de Judea, el área alrededor de Jerusalén. Herodes Antipas es tetrarca sobre Galilea, al norte de Samaria, y Perea, al este de Judea. A pesar del supuesto título de Herodes Antipas, los judíos no tienen rey. De hecho, no han tenido uno desde Herodes el Grande, quien murió unos años después del nacimiento de Jesús (Mateo 2:19). No habrá otro rey sobre los territorios judíos hasta el 41 d.C., cuando el César consolida los territorios de Herodes el Grande bajo el nieto de Herodes, Agripa I.

Gran parte de lo que le sucede a Jesús se puede considerar como una burla hacia los judíos, y al mismo tiempo un castigo hacia Jesús. Los guardias coronan a Jesús con espinas y lo aclaman como "Rey". Pilato les presenta a Jesús a los judíos como un rey (Juan 19:14) y escribe "Rey de los judíos" en un letrero sobre Su cabeza en la cruz (Marcos 15:26). El liderazgo amoroso y sacrificado que Jesús está mostrando es tan extraño para los romanos que no ven nada de poder en él (Marcos 10:42–45). Tampoco lo ven los judíos, quienes le insisten a Pilato: "no tenemos más rey que el César" (Juan 19:15).