Verso

Hebreos 9:3

LBLA Y detrás del segundo velo había un tabernáculo llamado el Lugar Santísimo,
NBLA Y detrás del segundo velo había un tabernáculo llamado el Lugar Santísimo,
NVI Tras la segunda cortina estaba la parte llamada el Lugar Santísimo,
RV1960 Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo,
JBS Tras el segundo velo estaba el Tabernáculo, que llaman el Lugar Santísimo;

¿Qué significa Hebreos 9:3?

El escritor de Hebreos nos está dando una breve descripción del sistema de sacrificios y adoración del antiguo pacto. El propósito no es solo mostrarnos que el sistema anterior era limitado y defectuoso, sino que sus elementos debían ser símbolos del plan eterno de Dios: el ministerio de Jesucristo. Ese simbolismo es el punto clave de este pasaje, más que los detalles minuciosos de la disposición del templo (Hebreos 9:5).

Tal y como se describe en el libro de Éxodo, el tabernáculo, donde Dios le ordenó a Israel que realizara sus sacrificios rituales, incluía un área particular separada del resto de la estructura. Este "Lugar Santo" contenía una lámpara de aceite de siete llamas (Éxodo 25:31–40) y una mesa que siempre presentaba doce panes (Éxodo 25:23–30; Levítico 24:5–9).

También dentro de esta sección había otra habitación con cortinas llamada el "Lugar Santísimo". La dificultad de traducir de un idioma a otro puede hacer que esta referencia sea vuelva un poco confusa, especialmente cuando se lee directamente del versículo 2 al versículo 4. De acuerdo con el patrón que aparece en el Antiguo Testamento, el altar del incienso está en el Lugar Santo. Leído como se traduce típicamente, en español, esta frase parece sugerir que el altar del incienso está en el Lugar Santísimo. Sin embargo, la estructura del griego aquí sugiere que esta declaración debería leerse como si estuviera entre paréntesis. Es muy posible que el versículo 3 sea un aparte, o una nota al pie, que el escritor de Hebreos le añadió al texto. Esto conectaría la referencia sobre el "Lugar Santo" y el altar de oro del incienso, con el comentario que se hizo en el versículo 3 como una referencia paralela que está completamente separada. Alternativamente, el término griego que se usa en el versículo 4, echousa, se refiere a la posesión, y no la posición. En otras palabras, el escritor podría haber estado diciendo que el altar "pertenecía" al Lugar Santísimo, en el sentido de que sus propósitos estaban conectados, no necesariamente que uno estuviera dentro del otro. También es posible, si no probable, que los sacerdotes usaran más de un altar para diversos propósitos en sus deberes diarios.

Independientemente de cuál sea el caso, el escritor de Hebreos deja claro que su descripción es muy breve (Hebreos 9:5), por lo que cualquier confusión sobre lo que se quiere decir debe considerarse con ese enfoque en mente. El objetivo de este pasaje es mostrar el significado simbólico de estos elementos en lugar de especificar su ubicación o posición exacta.
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Resumen de contexto
Hebreos 9:1–10 explica cómo las habitaciones y los artefactos del templo solo tenían el propósito de ser símbolos. De hecho, esos artículos estaban destinados específicamente a mostrar cómo el antiguo pacto no podía eliminar la barrera que existía entre Dios y el hombre. El uso de rituales externos solo puede aliviar los sentimientos de culpa, pero en realidad no puede eliminar el pecado o cambiar la naturaleza de una persona. La existencia de las cortinas, que separan a los hombres de los lugares santos, también es un símbolo de cómo el antiguo pacto nos separa de Dios. Esto establece una comparación, en el siguiente pasaje, que muestra cómo el sacrificio de Cristo "completa" esta simbología y logra la perfección en nuestra relación con Dios.
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Resumen del capítulo
El capítulo 9 de Hebreos explica cómo el antiguo pacto incluía varios lugares y rituales físicos. Estos, según el escritor de Hebreos, siempre fueron concebidos como símbolos. Todos sus detalles, y los inconvenientes que sufrieron, estaban destinados a apuntar hacia el medio "verdadero" de nuestra redención, que es Cristo. A diferencia de los sacrificios de animales, que deben repetirse y que no pueden cambiar a las personas por dentro, el sacrificio de Jesucristo ofrece una solución para el pecado de una vez por todas, permanente y completamente eficaz. El hecho de que Cristo murió por el pecado solo una vez y para siempre también significa que la próxima vez que Cristo venga, no vendrá como un sacrificio, sino para cumplir finalmente el plan de Dios.
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