Capítulo
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Verso

Hebreos 9:12

LBLA y no por medio de la sangre de machos cabríos y de becerros, sino por medio de su propia sangre, entró al Lugar Santísimo una vez para siempre, habiendo obtenido redención eterna.
NBLA entró al Lugar Santísimo una vez para siempre, no por medio de la sangre de machos cabríos y de becerros, sino por medio de Su propia sangre, obteniendo redención eterna.
NVI entró una sola vez y para siempre en el Lugar Santísimo. No lo hizo con sangre de machos cabríos y becerros, sino con su propia sangre, logrando así un rescate eterno.
RV1960 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.
JBS y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre entró una sola vez en el Santuario diseñado para eterna redención.

¿Qué significa Hebreos 9:12?

Anteriormente, el escritor de Hebreos comparó el sacrificio continuo de los sacerdotes del templo con la ofrenda que un verdadero sumo sacerdote celestial podría ofrecer (Hebreos 7:22–28). Al hacerlo, se utilizaron dos palabras griegas separadas. El término que se refería a los sacerdotes implicaba una acción presente y continua. El término que se refería a Jesús implicaba una acción que ya se había completado para siempre. Aquí, esa misma idea se une una vez más al sacrificio de Jesús. Las frases que se usaron en este versículo se hacían eco de las mismas ideas que se mencionaron anteriormente en Hebreos acerca de Jesús.

Los sumos sacerdotes terrenales del antiguo pacto ofrecían sacrificios anualmente (Hebreos 9:7), usando animales como sacrificios temporales, incluida la expiación por sus propios pecados (Hebreos 7:27), que solo servían para aliviar los síntomas, pero no podían cambiar el corazón de las personas (Hebreos 9:9–10).

El sumo sacerdote celestial del nuevo pacto, Jesucristo, ofreció un solo sacrificio, tomado de Su propia vida perfecta y sin pecado (Hebreos 4:15), que salvó completamente a la humanidad de sus pecados (Hebreos 7:25), y los cambió desde adentro hacia afuera (Hebreos 8:10).

Otro punto que se destaca aquí es que la sangre animal nunca puede expiar completamente el pecado humano; solo la sangre de un hombre puede hacer eso, y esto es exactamente lo que Jesús nos proporciona.

Los siguientes versículos enfatizarán y ampliarán la diferencia que existe entre la sangre de sacrificio de animales y la de Jesús. El énfasis anterior se puso en las limitaciones que esos sacrificios de animales tenían de por sí; a medida que este pasaje continúe, el énfasis se pondrá en cómo la sangre de Cristo posee un poder mucho mayor que la de cualquier otro animal.
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