Capítulo
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Verso

Hebreos capitulo 12

La Biblia de las Américas

18Porque no os habéis acercado a un monte que se puede tocar, ni a fuego ardiente, ni a tinieblas, ni a oscuridad, ni a torbellino, 19ni a sonido de trompeta, ni a ruido de palabras tal, que los que oyeron rogaron que no se les hablara más ; 20porque no podían soportar el mandato: SI AUN UNA BESTIA TOCA EL MONTE, SERA APEDREADA. 21Tan terrible era el espectáculo, que Moisés dijo: ESTOY ATERRADO Y TEMBLANDO. 22Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sion y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, 23a la asamblea general e iglesia de los primogénitos que están inscritos en los cielos, y a Dios, el Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos ya perfectos, 24y a Jesús, el mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la sangre de Abel. 25Mirad que no rechacéis al que habla. Porque si aquéllos no escaparon cuando rechazaron al que les amonestó sobre la tierra, mucho menos escaparemos nosotros si nos apartamos de aquel que nos amonesta desde el cielo. 26Su voz hizo temblar entonces la tierra, pero ahora El ha prometido, diciendo: AUN UNA VEZ MAS, YO HARE TEMBLAR NO SOLO LA TIERRA, SINO TAMBIEN EL CIELO. 27Y esta expresión: Aún, una vez más, indica la remoción de las cosas movibles, como las cosas creadas, a fin de que permanezcan las cosas que son inconmovibles. 28Por lo cual, puesto que recibimos un reino que es inconmovible, demostremos gratitud, mediante la cual ofrezcamos a Dios un servicio aceptable con temor y reverencia; 29porque nuestro Dios es fuego consumidor.
Nueva Biblia de las Américas

Nueva Versión Internacional

Reina-Valera 1960

Biblia del Jubileo

1Por tanto nosotros también, teniendo puesta sobre nosotros una tan grande nube de testigos, dejando todo el peso del pecado que nos rodea, corramos por paciencia la carrera que nos es propuesta, 2puestos los ojos en el Autor y Consumador de la fe, Jesús, el cual, habiéndole sido propuesto gozo, sufrió el madero, menospreciando la vergüenza, y fue sentado a la diestra de Dios. 3Traed pues muchas veces a vuestro pensamiento a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que no os fatiguéis en vuestros ánimos desmayando. 4Que aún no habéis resistido hasta la sangre combatiendo contra el pecado; 5y estáis ya olvidados de la consolación que como con hijos habla con vosotros, (diciendo): Hijo mío, no menosprecies el castigo del Señor, ni desmayes cuando eres de él redargüido; 6porque el Señor al que ama castiga, y azota a cualquiera que recibe por hijo. 7Si sufrís el castigo, Dios se os presenta como a hijos, porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no castiga? 8Mas si estáis fuera del castigo, del cual todos los hijos han sido hechos participantes, luego adulterinos sois y no hijos. 9Además, tuvimos por castigadores a los padres de nuestra carne, y los reverenciábamos: ¿por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? 10Y aquellos, a la verdad, por pocos días nos castigaban como a ellos les parecía; mas éste para lo que nos es provechoso, es a saber, para que recibamos su santificación. 11Es verdad que ningún castigo al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; mas después da fruto apacible de justicia a los que en él son ejercitados.
12Por lo cual alzad las manos caídas y las rodillas descoyuntadas. 13Y haced derechos pasos a vuestros pies, para que lo que es cojo no salga fuera de camino; antes sea sanado. 14Seguid la paz con todos; y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor: 15Mirando bien que ninguno se aparte de la gracia de Dios; que ninguna raíz de amargura brotando os impida, y por ella muchos sean contaminados. 16Que ninguno sea fornicario o profano, como Esaú, que por una vianda vendió su primogenitura. 17Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue reprobado, que no halló lugar de arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas. 18Porque no os habéis llegado al monte que se podía tocar, y al fuego encendido, y al turbión, y a la oscuridad, y a la tempestad, 19y al sonido de la trompeta, y a la voz de las palabras, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más; 20(porque no podían tolerar lo que se decía: y, si una bestia tocare al monte, será apedreada, o pasada con dardo; 21y tan terrible cosa era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy asombrado y temblando). 22Mas os habéis llegado al monte de Sión, y a la ciudad del Dios viviente, Jerusalén la celestial, y a la compañía de muchos millares de ángeles, 23y a la Congregación de la Iglesia de los Primogénitos que están tomados por lista en los cielos, y a Dios el Juez de todos, y a los espíritus de los justos ya perfectos, 24y a Jesús el Mediador del Nuevo Testamento; y a la sangre del esparcimiento que habla mejor que la de Abel. 25Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que hablaba en la tierra, mucho menos escaparemos nosotros, si desecháramos al que habla desde los cielos. 26La voz del cual entonces conmovió la tierra; mas ahora ha denunciado, diciendo: Aún una vez, y yo conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. 27Y lo que dice: Aún una vez, declara el quitamiento de las cosas movibles, como de cosas hechizas, para que queden las que son firmes. 28Así que, tomando el Reino inmóvil, retengamos la gracia por la cual sirvamos a Dios, agradándole con temor y reverencia. 29Porque nuestro Dios es fuego consumidor.

¿Qué significa Hebreos capitulo 12?

Hebreos 12 comienza aplicando todos los detalles que se dieron durante el capítulo 11. Después de explicar muchos ejemplos heroicos de la fe, así como casos de persecución, el escritor se refiere a esta colección de evidencia como una "gran nube de testigos". Estos hechos de la historia deberían inspirar a los cristianos a soportar la persecución, así como a luchar contra el pecado. El mayor ejemplo de esto, por supuesto, es Jesús, quien soportó terribles dificultades. A pesar de todo, mantuvo Su confianza en que el propósito de Dios era utilizar todas esas dificultades para desencadenar algo bueno para todos (Hebreos 12:1–3).

Otra idea que se señala aquí es que la mayor parte de la persecución a la que se enfrenta un cristiano típico no es tan terrible como la que algunos han sufrido. Esto no hace que nuestras experiencias sean menos dolorosas, pero nos ayuda a mantenernos en perspectiva (Hebreos 12:4).

El sufrimiento que experimentamos, en verdad, puede provenir de dos fuentes muy diferentes. Ambas, sin embargo, son razones para que confiemos en Dios, no para desesperarnos. Cuando no cumplimos con la voluntad de Dios, podemos esperar que Él nos "discipline", de la misma manera que un padre amoroso corrige a un hijo descarriado. Ese castigo no es un signo de odio, sino que es una prueba de que Dios el Padre nos ama lo suficiente como para llevarnos de regreso al camino correcto. Al mismo tiempo, un padre amoroso a veces anima a un niño a esforzarse para tener esa experiencia, de la misma manera que uno lo haría para desarrollar a un atleta (Hebreos 12:5–13).

Aquellos que rechazan esta idea y que tratan la disciplina de Dios como algo restrictivo o injusto, o una excusa para la amargura, son como Esaú, cuya actitud le acabó costando su primogenitura (Hebreos 12:14–17).

La recompensa final de soportar las dificultades y la disciplina vuelve al tema principal de todo el libro de Hebreos: la superioridad del nuevo pacto. Aquí, se hace una comparación entre la forma en que se introdujo el antiguo pacto, en contraposición a cómo percibimos el nuevo pacto. A diferencia de la conmoción y el asombro del monte Sinaí, el cual inspiraba un temor razonable, el nuevo pacto nos ofrece paz y seguridad. Mientras que el mundo caído, e incluso la tierra misma, fueron sacudidos por la Palabra de Dios, y algún día serán destruidos, el nuevo pacto nos ofrece gracia; esta es la única forma en que podemos ser miembros de "un reino inconmovible" (Hebreos 12:18–29).

El siguiente capítulo es el último del libro de Hebreos y aplica estas ideas usando algunas instrucciones prácticas para la vida cristiana.
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