¿Qué significa Hebreos 9:26?
Un gran inconveniente del antiguo pacto era la necesidad de ofrecer un sacrificio constante. La sangre de los animales era suficiente para ofrecer una expiación temporal e imperfecta por los pecados de la gente. Además, el sacrificio de animales no podía cambiar a una persona desde adentro; sólo podía aliviar los sentimientos de culpa y la pureza ceremonial (Hebreos 9:8–10). Sin embargo, este arreglo era parte del plan de Dios, en la forma en que señalaba hacia el nuevo pacto de Jesucristo. La ubicación física de esos sacrificios de animales era un símbolo de los "verdaderos" lugares santos donde Jesús actúa como sumo sacerdote en nuestro nombre. Tal y como señaló el versículo anterior, este sacrificio de Cristo no necesita repetirse una y otra vez, tal y como lo hicieron los sacrificios de animales.Aquí, en el versículo 26, el escritor de Hebreos explica que un sacrificio limitado requeriría que Jesús muriera una y otra vez. Sin embargo, dado que Su sacrificio fue perfecto (Hebreos 7:27–28) y humano (Hebreos 2:17–18), pudo lograr completamente nuestra salvación. Como tal, Jesús ofreció un único sacrificio permanente, "para siempre", para vencer totalmente el poder y la pena del pecado.
La referencia que se hace sobre el "final de los tiempos" aquí puede resultar un poco confusa. Durante los próximos versículos, el escritor de Hebreos mencionará la Segunda Venida de Cristo, que a menudo se considera como parte del futuro "final de los tiempos". En este contexto, sin embargo, el "final de los tiempos" parece mencionar el hecho de cómo Jesús vino con el propósito de sacrificarse por todos, anunciando así el fin de la era del antiguo pacto.
Hebreos 9:11–28 continúa explicando cómo el nuevo pacto en Jesucristo es superior al antiguo pacto. Este pasaje se enfoca en dos ventajas principales de este nuevo pacto: que Cristo sirve en un templo mejor y que Cristo ofrece un sacrificio superior. El templo físico y sus implementos estaban destinados a ser símbolos del "verdadero" lugar de servicio de Cristo en el cielo. A diferencia de los sacrificios limitados de animales, la muerte única de Jesús pudo salvarnos completamente del pecado.
El capítulo 9 de Hebreos explica cómo el antiguo pacto incluía varios lugares y rituales físicos. Estos, según el escritor de Hebreos, siempre fueron concebidos como símbolos. Todos sus detalles, y los inconvenientes que sufrieron, estaban destinados a apuntar hacia el medio "verdadero" de nuestra redención, que es Cristo. A diferencia de los sacrificios de animales, que deben repetirse y que no pueden cambiar a las personas por dentro, el sacrificio de Jesucristo ofrece una solución para el pecado de una vez por todas, permanente y completamente eficaz. El hecho de que Cristo murió por el pecado solo una vez y para siempre también significa que la próxima vez que Cristo venga, no vendrá como un sacrificio, sino para cumplir finalmente el plan de Dios.