¿Qué significa Génesis 28:6?
La historia vuelve brevemente a tratar con Esaú, quien se ha convertido en una figura un poco patética. Esaú ha perdido su primogenitura y la bendición familiar de Isaac. De hecho, tampoco se le había dado la bendición del pacto que Abrahán había hecho con Dios. En cambio, esas promesas del pacto pasarían a través de Jacob. Parte de esta culpa se le puede achacar al propio Esaú, ya que estuvo dispuesto a jurar tontamente que le vendería a Jacob su primogenitura por un plato del guiso que Jacob estaba cocinando (Génesis 27:29–34). Al mismo tiempo, Jacob le había robado la bendición que Isaac quería que fuera para Esaú, usando un disfraz complejo que su madre Rebeca había preparado (Génesis 27:6–13).Además de haber perdido sus bendiciones, Esaú era consciente de que su matrimonio con las dos mujeres hititas les desagradaba mucho a sus padres. Esaú también había escuchado la orden que Isaac le había dado a Jacob de que no se casara con ninguna de las mujeres cananeas locales, y también había escuchado que Jacob se encontraba de camino a Mesopotamia para casarse con una de las hijas de su tío. En lo que parece ser un intento de recuperar la aprobación de su padre, Esaú se casará con otra esposa.
Génesis 28:6–9 describe la reacción de Esaú al enterarse de que Isaac le había dicho a Jacob que no se casara con una mujer cananea. Es probable que Esaú finalmente se diera cuenta de cuánto habían disgustado a sus padres las dos esposas cananeas con las que se había casado. Aparentemente, para ganarse la aprobación de Isaac, Esaú decidió casarse con una de las hijas del hermanastro de Isaac, Ismael. Su nombre era Majalat.
Isaac envió a Jacob lejos de su casa para encontrar una esposa en Mesopotamia, en Padán-aram, donde vivía el hermano de Rebeca. Primero, sin embargo, bendijo completamente a Jacob; por lo tanto, las promesas del pacto de Abrahán ahora pasarían directamente a través de Jacob. Esaú se casó con una de las hijas de Ismael para tratar de complacer a Isaac. El Señor se le apareció a Jacob en un sueño, y le ofreció personalmente las promesas de Abrahán, junto con la seguridad de que estaría con Jacob en Mesopotamia y cuando volviese de allí. Entonces, Jacob le promete que, si el Señor hace eso, haría que el Señor fuera su Dios, lo adoraría y le daría el diezmo.