Verso

1 Pedro 1:17

LBLA Y si invocáis como Padre a aquel que imparcialmente juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor durante el tiempo de vuestra peregrinación ;
NBLA Y si invocan como Padre a Aquél que imparcialmente juzga según la obra de cada uno, condúzcanse con temor (reverencia) durante el tiempo de su peregrinación.
NVI Ya que invocan como Padre al que juzga con imparcialidad las obras de cada uno, vivan con temor reverente mientras sean peregrinos en este mundo.
RV1960 Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;
JBS Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conversad en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación,

¿Qué significa 1 Pedro 1:17?

En el versículo 17, Pedro combina una serie de ideas que son bastante variadas entre sí. Primero, Pedro nos recuerda que la relación que tenemos con Dios—a través de Su gracia y mediante nuestra fe en Cristo—es una relación similar a la que un hijo tiene con su Padre. Es una relación de comunicación abierta. Él nos llama (1 Pedro 1:15), y nosotros también.

Dios Padre nos ha demostrado todo el amor que siente por nosotros (Romanos 5:8) y ahora mismo está protegiéndonos activamente tanto a nosotros como a la herencia que nos ha prometido en el cielo (1 Pedro 1:6). Él es un buen Padre, porque nos asegura que seremos salvos y podemos estar seguros de ello. Sin embargo, Dios Padre no nos sonríe y asiente con aprobación sin importar lo que hagamos, sino que juzga nuestra conducta de manera imparcial e individual. Dicho de otra manera, Dios Padre juzga nuestras acciones con absoluta justicia y con una comprensión total de quién es cada uno de nosotros específicamente.

Esta idea debe entenderse con cuidado, ya que esto no significa que Dios nos juzgará para determinar si pasaremos el resto de la eternidad con Él o iremos al infierno. En esta misma carta, Pedro nos ha dejado claro que esa decisión ya se ha tomado. Dios Padre nos justifica a través de la vida perfecta y justa de Jesús y ha permitido que la muerte de Su Hijo pague el precio por nuestros pecados.

Pero nuestro Padre sí nos juzga, específicamente juzga nuestras obras. Dios Padre presta atención para ver si nuestras acciones son las del "pueblo santo" que ha sido apartado para Sus propósitos (1 Pedro 1:15) o si nuestras decisiones continúan siendo impulsadas por los "malos deseos" que teníamos cuando vivíamos en la ignorancia (1 Pedro 1:14; 1 Corintios 3:10–15). Saber esto debería cambiar la forma en que vivimos, y deberíamos dejar de intentar convencernos a nosotros mismos y a la gente que nos rodea de que seguimos formando parte de este mundo. Por tanto, deberíamos dejar de intentar encajar en nuestra cultura y dentro del mundo que nos rodea y, en su lugar, deberíamos aceptar nuestra condición de extranjeros, extraños y exiliados en este mundo. Al final, deberíamos vivir como el Padre con el que deseamos estar unidos para siempre.

Y sí, también deberíamos vivir teniendo un poco de miedo saludable. Eso no significa que debemos vivir aterrorizados debido a la ira de Dios o al castigo eterno. Más bien, debemos respetar y mostrar reverencia a la disciplina amorosa de nuestro Padre Celestial (Hebreos 12:4–11) y debemos mantener una conciencia solemne teniendo en cuenta el hecho de que el Dios del universo nos está observando y espera vernos tomar decisiones que lo glorifiquen.
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