Capítulo
Verso

Mateo 6:15

LBLA Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras transgresiones.
NBLA Pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre les perdonará a ustedes sus transgresiones (faltas, delitos).
NVI Pero, si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas.
RV1960 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
JBS Mas si no soltareis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os soltará vuestras ofensas.

¿Qué significa Mateo 6:15?

Esta afirmación hace un contraste con la declaración positiva que Jesús compartió durante el versículo anterior (Mateo 6:14). Jesús hizo este comentario de dos maneras para enfatizar una parte importante de la oración que Él mismo ha estado compartiendo con Sus discípulos (Mateo 6:9–13). La frase clave que se subraya es "perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores" (Mateo 6:12). Si bien la combinación de estas declaraciones se puede llegar a malinterpretar fácilmente, siempre se deben considerar en el contexto completo de las enseñanzas de Jesús.

Jesús dijo en el versículo anterior que aquellos que perdonan sus ofensas a los demás, es decir, las cosas malas que les han hecho otros, serán perdonados por su Padre celestial. Ahora Jesús dice lo mismo, pero negando la oración anterior; en lógica, a esto se le llama contraposición lógica. Lo que Jesús dice aquí es que aquellos y aquellas que se niegan a perdonar a los demás, Dios no les perdonará a ellos tampoco.

Hay dos aspectos fundamentales de este versículo que son difíciles de procesar. Primero, la naturaleza humana, por instinto, tiene muchos problemas a la hora de concebir el hecho de que se debiera perdonar a quienes nos han lastimado. Los seres humanos pueden hacerse cosas verdaderamente depravadas y horribles los unos a los otros. Algunas atrocidades son difíciles de describir o pensar en ellas, y es mucho más difícil perdonar a las personas que las hayan cometido. Aún así, Jesús insiste en que nos demos cuenta de todo lo que nos ha perdonado Dios. Una de las parábolas que Jesús compartirá más adelante (Mateo 18:21–35) nos explicará que todos hemos pecado contra Dios y, en comparación, nuestro pecado contra Dios es mucho más grande de lo que una persona pudiera hacerle a otra.

Esta enseñanza también es difícil de reconciliar con la idea de que la gracia de Dios es un don gratuito, que de ninguna manera depende de las obras de una persona, por eso hay que leerla con cuidado y en contexto. Sin embargo, esto es lo que se enseña continuamente tanto los cuatro Evangelios como el resto del Nuevo Testamento (Juan 3:16–18; Tito 3:5). La muerte de Jesús pagó por nuestro pecado y Su justicia perfecta se vuelve nuestra por medio de la fe (Romanos 3:21–26). Jesús no quiere decir que perdonar a los demás es una condición para alcanzar la salvación, sino que el perdón es la condición que se espera de aquellos que la han alcanzado.

¿Significa esto que aquellos que se niegan a perdonar a otros aún pueden salvarse? En última instancia, esa pregunta no es la pregunta que debemos hacernos. La intención de Dios es que todos los verdaderos cristianos y cristianas, aquellos que han nacido de nuevo, que han sido perdonados a través de la muerte de Jesús por las ofensas que han cometido contra Dios, se vuelvan y perdonen libremente a cualquiera que los haya agraviado (Efesios 4:32; Colosenses 3:13). En otras palabras, este versículo habla de la evidencia de la salvación, no de un requisito para la salvación misma (Santiago 2:14–17; Juan 14:15; 1 Juan 4:19–21). La falta de perdón es inherentemente contradictoria con la piedad.
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