¿Qué significa Santiago 1:15?

En el versículo anterior, Santiago nos dejó claro que la tentación de pecar siempre viene de nuestro interior y nunca es culpa de Dios. En realidad, no importa lo terribles que sean nuestras circunstancias, el deseo de pecar sigue siendo nuestro, y somos nosotros mismos los que nos tentamos a pecar. Dios nos permite pasar por muchas dificultades con el fin de que refinemos nuestra fe y se haga más fuerte. Aunque a veces sintamos que solo queremos rendirnos, pecar y desafiar a Dios, ese no es el propósito de Su voluntad.

Aquí, Santiago nos advierte de lo que ocurre cuando cedemos ante nuestros deseos: al final caemos en el pecado. Cuando le decimos "sí" al deseo de hacer lo que queremos, en lugar de confiar en Dios y obedecerlo, nace el pecado en nosotros, y después, el pecado crece y produce la muerte.

El pecado siempre nos lleva hacia la muerte. Para las personas que no están en Cristo, que no han aceptado la gracia de Dios para el perdón de los pecados y que no han nacido de nuevo a una nueva vida, esa muerte es permanente y eterna. Sin embargo, el pecado trae consecuencias mortales incluso para los cristianos. Más adelante durante esta carta, Santiago dirá que cuando los cristianos logran ayudarse los unos a los otros a alejarse del pecado, en realidad se están salvando los unos a otros de la muerte (Santiago 5:19–20).