Capítulo

Mateo 21:12

LBLA Y entró Jesús en el templo y echó fuera a todos los que compraban y vendían en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y los asientos de los que vendían las palomas.
NBLA Jesús entró en el templo y echó fuera a todos los que compraban y vendían en el templo. También volcó las mesas de los que cambiaban el dinero y los asientos de los que vendían las palomas.
NVI Jesús entró en el templo y echó de allí a todos los que compraban y vendían. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas.
RV1960 Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;
JBS Y entró Jesús en el Templo de Dios, y echó fuera todos los que vendían y compraban en el Templo, y trastornó las mesas de los cambiadores, y las sillas de los que vendían palomas;

¿Qué significa Mateo 21:12?

Lo que a veces se conoce como la "entrada triunfal" de Jesús en Jerusalén, sucedió durante el domingo, y ese evento dio comienzo a la Semana Santa o Semana de Pasión. Los cuatro relatos de los evangelios incluyen numerosos detalles acerca de las cosas que ocurrieron durante esa misma semana. Cuando se unen todos los relatos, se puede formar una línea de tiempo bastante precisa sobre los últimos días del ministerio terrenal de Jesús.

Mateo condensó y ordenó los eventos de la semana por tema más que por el orden cronológico en el que ocurrieron. Lo más probable es que el momento en que Jesús entró en el templo y expulsó a los cambistas fuera el lunes y no el domingo inmediatamente después de haber entrado en la ciudad. Esta parece ser la segunda vez que Jesús "limpió" el templo de esta manera. Juan describió un evento similar que pareció haber ocurrido al principio del ministerio de Jesús (Juan 2:13–17).

En ese momento de la historia, el templo judío en Jerusalén era enorme: dominaba la ciudad, y cubría un espacio de 172.000 yardas cuadradas, más de 140.000 metros cuadrados, un área más grande que la mayoría de los estadios de fútbol americano actuales. El área exterior del templo recibió el nombre de Patio de los Gentiles. Es probable que el mercado del que se está hablando en este versículo se situara allí.

El problema que Jesús quiso solucionar al hacer esto no tenía nada que ver con el hecho de que los negocios se llevaran a cabo con el propósito de adorar en el templo. Las personas que venían a hacer sacrificios, especialmente los que venían de fuera de la ciudad, debían comprar animales para sacrificarlos y pagar el impuesto anual del templo. Sin embargo, el impuesto del templo no se podía pagar con dinero extranjero, y en ese momento se usaban varias monedas en Israel y sus alrededores. Esto requería que los cambistas tuvieran que ofrecer el servicio de intercambiar la moneda del templo por otras monedas. Por lo tanto, para llevar a cabo ese tipo de transacciones, debía haber algún tipo de banco o establecimiento que se encargara de hacerlo; era necesario y no se podía evitar.

En cambio, lo que podría haber molestado a Jesús son dos cosas. Primero, es posible que Jesús se opusiera a que el mercado se situara dentro del templo, un lugar que se suponía que debía ser un lugar santo dedicado a la oración y la adoración a Dios. En segundo lugar, hay razones para pensar que los compradores y los vendedores estaban cobrándoles de más a los que iban a adorar al templo; se estaban aprovechando de las personas que habían viajado desde tan lejos para venir al templo. Estos peregrinos no tenían otra opción a la hora de comprar animales, incluidas las palomas, o a la hora de cambiar su dinero por la moneda del templo. Los empresarios trabajaban en el templo como si de un negocio se tratara, comprando las cosas a un precio barato, y después lo vendían todo a un precio más caro, dependiendo de la oferta y demanda de recursos.

Si ese fuera el caso, entonces Jesús no estaba dando una especie de sermón acerca de la corrupción, sino que estaba apuntando hacia el juicio final de Dios que estaba y está por venir. Jesús expulsó a todos los compradores y vendedores del templo, volcando mesas y sillas durante el proceso. Jesús expulsó a las personas que estaban allí, no para adorar a Dios, sino únicamente para hacer negocios (Marcos 11: 15–18).
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