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Hebreos 11:31

LBLA Por la fe la ramera Rahab no pereció con los desobedientes, por haber recibido a los espías en paz.
NBLA Por la fe la ramera Rahab no pereció con los desobedientes, por haber recibido a los espías en paz.
NVI Por la fe la prostituta Rajab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías.
RV1960 Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.
JBS Por la fe, Rahab la ramera no pereció juntamente con los incrédulos habiendo recibido a los espías con paz.

¿Qué significa Hebreos 11:31?

La verdadera fe en Dios no es simplemente un acuerdo o una creencia, ni tampoco es una simple obediencia que carece de la actitud correcta. Según el libro de Hebreos, la fe piadosa es una manera de confiar: confiar en Dios, basándonos en lo que sabemos de Él, y depender de Él para que finalmente cumpla Sus promesas en el futuro (Hebreos 11:1–3). Este tipo de dependencia conduce a la obediencia, incluso cuando no tenemos claros todos los detalles de lo que el futuro nos pueda deparar. Abrahán (Hebreos 11:17–19) y Moisés (Hebreos 11:24–28) demostraron este tipo de fe. La nación de Israel también lo hizo tanto en el Mar Rojo (Hebreos 11:29) como en Jericó (Hebreos 11:30), lo que dio como resultado la victoria.

El ejemplo que se da aquí es fascinante por varias razones. Rajab era una prostituta en la ciudad de Jericó, el lugar donde el pueblo de Israel consiguió la victoria, la cual se acaba de mencionar en el libro de Hebreos (Josué 2:1–2). La obediencia de Rajab hacia Dios ejemplifica una fe piadosa: confió en lo que sabía de Dios (Josué 2:9–10) y confió en el control que Dios posee sobre el futuro (Josué 2:11–13), lo que la hizo obedecer a Dios (Josué 2:15–16), en lugar de vivir con miedo de otros hombres (Josué 2:3–6). Es importante recordar que las acciones de Dios en Jericó fueron un juicio sobre la maldad de ese pueblo, una maldad que de hecho era terrible (Deuteronomio 9:4–5), y Rajab se libró de este mismo juicio (Josué 2:14–15). Aquí, entonces, se nos presenta un contraste único, mostrando que Dios puede juzgar legítimamente el pecado y rescatar a los justos, incluso cuando no podemos ver cómo podría hacer ambas cosas al mismo tiempo.

Además, cabe señalar que Rajab no era judía, sino gentil. En el momento en que se escribió esta carta de los Hebreos, no todos los cristianos que experimentaban persecución eran judíos. Algunos creyentes gentiles habrían sentido una cierta distancia de sus hermanos hebreos (Hechos 15:1–21). La referencia que se hace aquí sobre Rajab ayuda a reforzar la idea de que las promesas de Dios, con el nuevo pacto, son para todas las personas, tanto judíos como gentiles (Gálatas 3:7–8). Rajab también es interesante, ya que finalmente aparece en la genealogía del Mesías. El tataranieto de Rajab fue el rey David de Israel (Mateo 1:5).
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