¿Qué significa 1 Pedro 2:9?
Después de hablar de las personas que rechazan a Cristo y están destinadas a "tropezar", Pedro ahora comienza a describir al pueblo elegido de Dios.Pedro nos hace una descripción similar a la manera en que se describe la relación especial que Dios tuvo con Israel durante el Antiguo Testamento. Tal y como Israel, nosotros—los creyentes, la iglesia—también somos "linaje escogido". Sin embargo, a diferencia de Israel, no somos un linaje en el sentido de nuestra familia, etnia, color de piel o país de origen, sino que somos un linaje espiritual, en el sentido de que, en Cristo, todos tenemos un solo Padre espiritual. En ese mismo sentido, somos una "nación santa", un grupo específico de personas que han sido llamadas y apartadas del resto de las naciones.
Los cristianos, juntos, formamos parte de un sacerdocio real. En Israel, bajo la Ley, Dios permitió que la tribu de Leví sirviera como sacerdotes, realizando los deberes de mediadores entre Dios y el resto de la nación. Por tanto, muy pocos tenían el honor y la responsabilidad de estar en presencia de Dios. Sin embargo, a través de Cristo Rey, todos los creyentes son sacerdotes y se pueden acercar a Su Padre celestial. Por tanto, no necesitamos ningún mediador más.
Finalmente, Dios ha formado esta nación, este linaje, este sacerdocio, para tomar posesión de nosotros, ya que somos Su pueblo, y esto no solo se trata de que le juramos lealtad, sino que es Dios el que se ha adueñado de nosotros; le pertenecemos.
¿Por qué? Por un lado, Dios nos ha hecho declarar Sus alabanzas, lo cual representa algo más que una simple respuesta natural a la misericordia que nos ha mostrado nuestro Padre o algo que simplemente deberíamos hacer por el mero hecho de ser educados. En cambio, cuando declaramos la grandeza de Dios, estamos poniendo en práctica una de las razones por la que existimos. Cuando alabamos a Dios, cumplimos nuestro propósito. Dios nos ha sacado de la oscuridad, de una vida sin sentido y de una eternidad apartados de Él, y nos ha invitado a entrar en Su "admirable luz". Debido a que le pertenecemos, también le pertenecemos a Su luz.