¿Qué significa 1 Pedro 2:24?
En el versículo anterior, Pedro dijo que Jesús se negó a tomar represalias contra quienes lo maltrataron. Jesús eligió hacer esto porque confió en que Su Padre sería el juez justo que arreglaría todas las cosas. Jesús sufrió por hacer el bien, nunca contraatacó, para así poder cumplir Su propósito. El versículo 24 nos describe exactamente cuál era ese propósito.Si Jesús no hubiera soportado voluntariamente todo ese sufrimiento injusto, nosotros habríamos permanecido perdidos en nuestros pecados. En cambio, Jesús "llevó en su cuerpo" nuestros pecados en la cruz. En realidad, Jesús murió para pagar el castigo que nuestras propias acciones pecaminosas se merecían. Jesús se convirtió en nuestro sustituto, y experimentó la muerte que nosotros nos merecíamos. Dios, el único que juzga con justicia (1 Pedro 2:23) juzgó a Cristo por nuestros pecados en ese momento, y derramó Su ira sobre Su propio Hijo para satisfacer el pago por nuestros pecados. Jesús soportó el sufrimiento para que pudiéramos "morir al pecado". Debido a esa acción, a través de la gracia de Dios y mediante nuestra fe en Cristo, hemos sido liberados. Los creyentes somos libres, ya no debemos ningún pago por nuestros pecados y también hemos sido liberados del poder del pecado, el cual tiene la capacidad de envenenar nuestras vidas y todas las decisiones que tomamos. En estos momentos, y gracias al sufrimiento de Jesús, los cristianos pueden vivir con rectitud; ya no tenemos que pecar, y somos libres de tomar el tipo de decisiones que agradan y honran a Dios (1 Corintios 10:13).
El versículo termina citando Isaías 53:5, en cual se comunica de una manera profunda. Debido a que somos cristianos, Dios nos ha sanado y liberado de la pena y el poder que nuestros pecados tenían sobre nosotros a través de las heridas de Cristo, Su muerte, y la manera en que sufrió por nuestro bien. Las heridas (el sufrimiento) de Jesús es el medio a través del cual los cristianos pueden ser sanados (la manera en que Dios perdona nuestros pecados). Aquí no se está haciendo referencia a nuestra condición física, sino a nuestro destino espiritual.