¿Qué significa Romanos 7:18?
¿Está hablando Pablo sobre cómo era él mismo antes de haber aceptado a Cristo, o sobre cuando estaba tratando de seguir la ley de Moisés como una buena persona judía? ¿Quizás Pablo está describiendo su experiencia como un cristiano que ha conseguido librarse del control del pecado en su vida (Romanos 6:2, 18, 22)? Los eruditos bíblicos no están de acuerdo sobre la intención de Pablo aquí. Sin embargo, los tiempos y palabras griegos específicos que Pablo usa aquí sugieren fuertemente que se trata de una lucha personal, presente y literal.En cualquier caso, la lucha de Pablo con el pecado lo ha llevado a decir algo muy fuerte: se ha dado cuenta de que, en su carne (su mente y cuerpo no espirituales) no hay nada bueno. Como ser humano físico, el bien no sale de él naturalmente, sin importar cuánto se esfuerce en no hacerlo.
¿Por qué diría Pablo tal cosa? Pablo ha observado este patrón en sí mismo una y otra vez y quiere hacer lo correcto. Pablo es sincero. Aún así, termina haciendo lo que es pecaminoso, lo que odia; ha aceptado el hecho de que él, por sí solo, no es una fuente de lo que llama "bueno". Pablo tiene el deseo, pero no la capacidad, de hacer lo correcto.
Esto encaja con lo que Pablo ha dicho sobre los que están bajo la ley: sus intentos de seguir la ley les revela que son incapaces de guardar la ley, y que son verdaderamente esclavos del pecado.
Romanos 7:7–25 explora la relación que existe entre la ley de Moisés y el pecado humano. Pablo insiste en que la ley es la manera en la que él mismo llegó a conocer y comprender el pecado en general, y su propio pecado específicamente. También explica cómo el hecho de conocer la ley no hace que una persona sea más santa; ¡de hecho, puede tentarnos a pecar aún más! Pablo cambia su perspectiva en este pasaje, hablando en primera persona aquí, y ahora como cristiano, deseando hacer lo correcto y dándose cuenta de que él mismo también acaba pecando. Pablo reconoció su incapacidad natural para hacer el bien y se dio cuenta de su necesidad de ser liberado del pecado por Dios a través de Jesús.
En Romanos 7, Pablo describe la relación que existe entre los cristianos y la ley de Moisés y entre la ley y la pecaminosidad humana. Debido a que morimos espiritualmente cuando llegamos a la fe en Cristo, los cristianos hemos sido liberados de nuestra obligación de seguir la ley. Sin embargo, Pablo insiste en que la ley es santa y buena, y nos ayuda a ser conscientes de la gran pecaminosidad que existe en el corazón humano. La ley nos muestra que no importa lo buenas que puedan ser nuestras intenciones, al final acabamos pecando y necesitamos la liberación que solo está disponible a través de la fe en Jesús.