¿Qué significa Mateo 3:8?

El mensaje que Juan el Bautista tenía para Israel fue diseñado para brindarles consuelo a algunos y para que otros se sintieran mucho más incómodos con su manera de vivir la vida. Juan proclamó en el desierto: "Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado" (Mateo 3:2). Esto fue tanto una promesa como una advertencia, ya que esto significaba que Dios estaba a punto de comenzar Su gobierno en la tierra, e impartiría Su justicia con los israelitas que le eran fieles, y Su juicio con aquellos que se habían rebelado contra Dios. Esto era cierto a pesar de que el reino de Dios primero llegaría a los corazones de los seguidores de Cristo (Juan 18:36) y en los últimos tiempos se convertiría en una realidad política y física (Apocalipsis 20:6).

En el versículo anterior, Juan les habló directamente a los líderes religiosos de Israel que habían venido a verlo y escucharlo. Juan los llamó "generación de víboras" y les preguntó quién les había enseñado que huyeran de la ira de Dios que estaba por venir. En este versículo les habla sobre lo que necesitaban para alcanzar la salvación: debían arrepentirse de sus acciones y no solo con sus palabras.

Juan les dijo a los fariseos y a los saduceos que su arrepentimiento debía dar frutos. En otras palabras, no era suficiente que este arrepentimiento se viera a través de su bautizo en el río Jordán. El arrepentimiento significaba cambiar de opinión y realizar un giro de 180 grados. Los fariseos y los saduceos debían cambiar sus enseñanzas y prácticas para así liderar bien al pueblo de Israel. Si el cambio fuera genuino, produciría resultados medibles, lo que significa que daría sus frutos.

En el siguiente versículo, Juan describirá un error que tanto los fariseos como los saduceos cometían tanto en su manera de pensar como durante sus enseñanzas.